Disfruto de mi último día de vacaciones. A eso de las 12h30 entro en una céntrica y muy bien puesta cafetería de Lugo, sita en la
Plaza de España Plaza Mayor, a tomar un café con leche. El local está lleno.
Miro a mi alrededor mientras espero a que el café se enfríe.
Delante de mí, unas mujeres jóvenes comparten mesa y las aventuras vividas en la pasada y aún reciente Nochevieja.
Giro la cabeza y oigo el murmullo ininteligible compuesto por la superposición anárquica de decenas de conversaciones de viejunos que ocupan las restantes mesas.
Sólo los viejunos, generación T, pueden estar a las 12h30 tomando despreocupadamente un café. Sólo dos mesas ocupadas por gente joven, una de ellas por el rarito que escribe estas líneas quien debido a carambolas laborales no pudo 'consumir' sus vacaciones en verano, como hace la mayoría de los mortales.
Radiografía de un país: los remeros del PIB, en galeras y los viejunos, en cubierta disfrutando del viaje.