Otra crítica del mismo libro.
Es un placer editar libros de autores como Antonio Baños Boncompain, capaz de unir erudición y humor, apasionamiento y sarcasmo en dosis extraordinarias. Al igual que en su anterior libro (“La economía no existe”), traducido al portugués, que está en puertas de su tercera edición, el tema central de la nueva obra de Baños es la economía. La crisis. Lo que pasa con los economistas, con los poderosos, y con nosotros: el 99,9999 de la población mundial.
Pero, a diferencia de casi la totalidad de otros libros sobre la situación de crisis, Baños escribe a pie de calle, con la experiencia de quien ha estado en paro y ha escalado posiciones hasta devenir un mileurista de pro, a base de colaboraciones de prensa en toda clase de medios. Su pasado de roquero, su filiación libertaria, su manera idiosincrática de escribir (en “Qué leer”, “Público”, “El Periódico”, etc…) le distinguen de quienes hablan de la crisis con un cargo importante a cuestas, una buena cuenta bancaria, posiciones de asesor de la banca y o de comentarista de postín. Él habla desde el mismo lugar que ocupamos todos, la puta calle.
Y esa diferencia no se nota en la documentación sobre la que se basa, que es exhaustiva y actualizada, sino en el punto de vista, el tono, la perspectiva. Porque no es lo mismo hablar de algo cuando se tiene mucho que perder, que hacerlo cuando nunca se ha tenido nada. Nada que no sea el propio talento.
Según la tesis de Baños, la crisis es el arma fundamental de la posteconomía, que es el mundo hacia el que nos estamos precipitando: la versión financiera de la razzia, de la correría medieval. Jamás se había hablado tanto de economía como en esta época de crisis. Pero la economía ya no es una ciencia, sino un sistema de dogmas de fe defendido por unos sacerdotes inclementes y fundamentalistas, los economistas. Puestos al servicio de los señores del dinero y de sus siervos, los políticos neoliberales, han llevado su dogmatismo a tales niveles que lo que ahora se anuncia es un regreso a las tinieblas.
El mundo está cayendo en una Nueva Edad Media, vamos de cabeza hacia una sociedad señorial y feudalista. El pecado se llama déficit. La virtud es el trabajo en condiciones propias de siervos. Dios se llama beneficio. Y el limbo está en los paraísos fiscales. Es el reino de la posteconomía, por decirlo con la palabra que emplea Antonio Baños para calificar el nuevo reino. Un libro que nos muestra que esto tiene solución: se llama anticapitalismo.
Ser antisistema en un mundo de fanáticos se convierte en una postura ponderada, razonable, adulta y decente. Porque este movimiento no aspira a conquistar el poder ni asaltar ningún palacio. Simplemente desobedece y combate. No es la lucha por los servicios públicos o los puestos de trabajo, sino por mantener la integridad de nuestra autonomía como individuos y de nuestra dignidad como comunidad.
Enrique Murillo (Los Libros del Lince)