Los administradores de TransicionEstructural no se responsabilizan de las opiniones vertidas por los usuarios del foro. Cada usuario asume la responsabilidad de los comentarios publicados.
0 Usuarios y 39 Visitantes están viendo este tema.
Cita de: Republik en Enero 16, 2013, 13:11:51 pmLo de Japón es llamativo, en países como Suiza es al revés, se mantiene una tupida red de kioskitosm taquillas y minitiendas a las que hay que acudir para adquirir muchas cosas para que haya un alto nivel de empleo (allí cualquier empleado por mal pagado que esté pasa de €2.000 netos al mes), en Japón ese rol lo han asumido las grandes compañías (no sé si será algo cultural el no querer relacionarse con personas y sí con máquinas) porque también es notorio que allí hay muchísimos pseudoempleos creados para entretener y seguir pagando a las personas en lugar de mandarlas al limbo del desempleo, y les ha ido funcionando aunque va empeorando últimamente. En Suiza la gran empresa es ultracompetitiva y eficiente, orientada por la fuerza (7,4M de personas no dan mucho de sí) al exterior y recae sobre sectores altamente regulados como la distribución y el comercio minorista la misión de mantener un cierto nivel de empleo.Suiza de momento se lo puede permitir. Respecto a lo de relacionarse con personas, pues depende (respondo más abajo a pollo).Cita de: pollo en Enero 16, 2013, 18:53:16 pmRespecto al restaurante con robots, creo que ni yo ni mucha gente disfrutaría de una experiencia así (es como disfrutar particularmente de coger un producto en una máquina expendedora, habría que ser muy friki en el mal sentido). Yo de hecho voy a lugares concretos por el ambiente que tiene el local en sí (como cualquier sidrería por asturias, a la gente le gusta el ambiente festivo que hay y de socialización y por cómo atiende la gente). En ciertos restaurantes el aliciente es que te atienda una persona educada y que sepa lo que hace, te haga recomendaciones y que te haga sentir a gusto. Hay gente para todo, incluso va a comer regularmente a sitios donde le venden bazofia y lo cree un avance.Hay que salir más de casa y dejar de pensar menos de forma racional en absolutamente todo (las cosas son muy difusas en la realidad), no vaya a ser que al final nos acabemos alimentando por sonda porque es más práctico y eficiente, que es lo que parece que algunos creen que es el estado ideal.Los que quieran eficiencia y racionalidad extremas, pueden proceder a suicidarse, que de esa forma dejarán de transformar energía y aumentar la entropía del universo.Habiendo vivido en Japón bastantes años y ahora en el Reino Unido, resultan curiosos algunos contrastes entre estas dos sociedades y la española.Aquí no hay máquinas expendedoras de prácticamente nada, pues como en España. Pero aquí las echo especialmente de menos, porque entrar en cualquier sitio a comprar acarrea que venga la gente a preguntarte si necesitas ayuda, si estás bien etc... a dar la brasa en general. Más que en España aunque allí también el rollo salesman va en aumento. No te digo que en un bareto o en un restaurante no se aprecie la interacción humana y un buen servicio. Yo personalmente lo aprecio mucho. Pero para comprar una cosa muy concreta a mí me molesta MUCHO que vengan a darme la brasa constantemente. Prefiero mil veces una máquina dispensadora concreta o el sistema de autoservicio del supermercado (en esto sí que el R.U. ha cambiado, desde hace unos 4-5 años es raro el supermercado que no lo tiene).Puede ser que yo sea un poco friki pero me parece que la sociedad tiende a esto.Ahora mismo hay un auténtico apocalipsis del sector detallista y minorista aquí en el Reino Unido. Cierra Jessops, JD, Sportsdirect cierra las tiendas, Blockbuster, HMV (una de las cadenas más típicas aquí), Staples cierra más de la mitad de sus tiendas, y la cosa sigue sin parar... la verdad es que da que pensar y la gente que no tiene más experiencia que trabajos en ese tipo de negocio está muy muy preocupada. Aquí da la sensación de que todo pasa mucho más rápido que en España, pero es muy posible que también lo veamos por allí. Aunque más que el factor "evitar al vendemotos" yo creo que se trata de que es imposible competir con negocios online que pagan impuestos de Luxemburgo o de las Islas del Canal. Pero hay de las dos cosas, te acostumbras a comprar lo que quieres solamente y más barato, y sobre todo ahora en época de vacas flacas te das cuenta de que es muchísimo mejor.No creo que haya vuelta atrás.
Lo de Japón es llamativo, en países como Suiza es al revés, se mantiene una tupida red de kioskitosm taquillas y minitiendas a las que hay que acudir para adquirir muchas cosas para que haya un alto nivel de empleo (allí cualquier empleado por mal pagado que esté pasa de €2.000 netos al mes), en Japón ese rol lo han asumido las grandes compañías (no sé si será algo cultural el no querer relacionarse con personas y sí con máquinas) porque también es notorio que allí hay muchísimos pseudoempleos creados para entretener y seguir pagando a las personas en lugar de mandarlas al limbo del desempleo, y les ha ido funcionando aunque va empeorando últimamente. En Suiza la gran empresa es ultracompetitiva y eficiente, orientada por la fuerza (7,4M de personas no dan mucho de sí) al exterior y recae sobre sectores altamente regulados como la distribución y el comercio minorista la misión de mantener un cierto nivel de empleo.
Respecto al restaurante con robots, creo que ni yo ni mucha gente disfrutaría de una experiencia así (es como disfrutar particularmente de coger un producto en una máquina expendedora, habría que ser muy friki en el mal sentido). Yo de hecho voy a lugares concretos por el ambiente que tiene el local en sí (como cualquier sidrería por asturias, a la gente le gusta el ambiente festivo que hay y de socialización y por cómo atiende la gente). En ciertos restaurantes el aliciente es que te atienda una persona educada y que sepa lo que hace, te haga recomendaciones y que te haga sentir a gusto. Hay gente para todo, incluso va a comer regularmente a sitios donde le venden bazofia y lo cree un avance.Hay que salir más de casa y dejar de pensar menos de forma racional en absolutamente todo (las cosas son muy difusas en la realidad), no vaya a ser que al final nos acabemos alimentando por sonda porque es más práctico y eficiente, que es lo que parece que algunos creen que es el estado ideal.Los que quieran eficiencia y racionalidad extremas, pueden proceder a suicidarse, que de esa forma dejarán de transformar energía y aumentar la entropía del universo.
Según nuestros líderes, los millones de empleados que van a perder sus puestos de trabajo en retail tendrán que re-especializarse en ingenieros nano tecnológicos, utilizando el sueldo que perciban durante el resto de sus vidas como forma de pago para dicha formación.Para garantizarles sustento se suspenderá el servicio de parques y jardines a nivel mundial, generando multitud de malas hierbas nutritivas a más no poder. A dormir en la calle, que el pisito hay que pagarlo.
"'To understand the impact technology is having on middle-class jobs in developed countries, the AP analyzed employment data from 20 countries; tracked changes in hiring by industry, pay and task; compared job losses and gains during recessions and expansions over the past four decades; and interviewed economists, technology experts, robot manufacturers, software developers, entrepreneurs and people in the labor force who ranged from CEOs to the unemployed.' Their findings: Technology has consistently reduced the number of manufacturing jobs for 30 years; people with repetitive jobs have been easy to replace in the past, and task jugglers like managers and supervisors will be likely targets in the future; companies in the S&P 500 have expanded their business and increased profits, but reduced staffing, thanks to tech; and startups are launching much more easily these days. The response to the article includes the dutifully repeated bad-government-is-at-fault and don't-worry-it's-like-the-Industrial-Revolution memes. But what if this time it's different? What if delegating everything to machines is a radical and fundamental new change in the course of human history?"
AP IMPACT: Recession, tech kill middle-class jobsNEW YORK (AP) — Five years after the start of the Great Recession, the toll is terrifyingly clear: Millions of middle-class jobs have been lost in developed countries the world over.And the situation is even worse than it appears.Most of the jobs will never return, and millions more are likely to vanish as well, say experts who study the labor market. What's more, these jobs aren't just being lost to China and other developing countries, and they aren't just factory work. Increasingly, jobs are disappearing in the service sector, home to two-thirds of all workers.They're being obliterated by technology.Year after year, the software that runs computers and an array of other machines and devices becomes more sophisticated and powerful and capable of doing more efficiently tasks that humans have always done. For decades, science fiction warned of a future when we would be architects of our own obsolescence, replaced by our machines; an Associated Press analysis finds that the future has arrived.___EDITOR'S NOTE: First in a three-part series on the loss of middle-class jobs in the wake of the Great Recession, and the role of technology.___"The jobs that are going away aren't coming back," says Andrew McAfee, principal research scientist at the Center for Digital Business at the Massachusetts Institute of Technology and co-author of "Race Against the Machine." ''I have never seen a period where computers demonstrated as many skills and abilities as they have over the past seven years."The global economy is being reshaped by machines that generate and analyze vast amounts of data; by devices such as smartphones and tablet computers that let people work just about anywhere, even when they're on the move; by smarter, nimbler robots; and by services that let businesses rent computing power when they need it, instead of installing expensive equipment and hiring IT staffs to run it. Whole employment categories, from secretaries to travel agents, are starting to disappear."There's no sector of the economy that's going to get a pass," says Martin Ford, who runs a software company and wrote "The Lights in the Tunnel," a book predicting widespread job losses. "It's everywhere."The numbers startle even labor economists. In the United States, half the 7.5 million jobs lost during the Great Recession were in industries that pay middle-class wages, ranging from $38,000 to $68,000. But only 2 percent of the 3.5 million jobs gained since the recession ended in June 2009 are in midpay industries. Nearly 70 percent are in low-pay industries, 29 percent in industries that pay well.In the 17 European countries that use the euro as their currency, the numbers are even worse. Almost 4.3 million low-pay jobs have been gained since mid-2009, but the loss of midpay jobs has never stopped. A total of 7.6 million disappeared from January 2008 through last June.Experts warn that this "hollowing out" of the middle-class workforce is far from over. They predict the loss of millions more jobs as technology becomes even more sophisticated and reaches deeper into our lives. Maarten Goos, an economist at the University of Leuven in Belgium, says Europe could double its middle-class job losses.Some occupations are beneficiaries of the march of technology, such as software engineers and app designers for smartphones and tablet computers. Overall, though, technology is eliminating far more jobs than it is creating.To understand the impact technology is having on middle-class jobs in developed countries, the AP analyzed employment data from 20 countries; tracked changes in hiring by industry, pay and task; compared job losses and gains during recessions and expansions over the past four decades; and interviewed economists, technology experts, robot manufacturers, software developers, entrepreneurs and people in the labor force who ranged from CEOs to the unemployed.The AP's key findings:—For more than three decades, technology has reduced the number of jobs in manufacturing. Robots and other machines controlled by computer programs work faster and make fewer mistakes than humans. Now, that same efficiency is being unleashed in the service economy, which employs more than two-thirds of the workforce in developed countries. Technology is eliminating jobs in office buildings, retail establishments and other businesses consumers deal with every day.—Technology is being adopted by every kind of organization that employs people. It's replacing workers in large corporations and small businesses, established companies and start-ups. It's being used by schools, colleges and universities; hospitals and other medical facilities; nonprofit organizations and the military.—The most vulnerable workers are doing repetitive tasks that programmers can write software for — an accountant checking a list of numbers, an office manager filing forms, a paralegal reviewing documents for key words to help in a case. As software becomes even more sophisticated, victims are expected to include those who juggle tasks, such as supervisors and managers — workers who thought they were protected by a college degree.—Thanks to technology, companies in the Standard & Poor's 500 stock index reported one-third more profit the past year than they earned the year before the Great Recession. They've also expanded their businesses, but total employment, at 21.1 million, has declined by a half-million.—Start-ups account for much of the job growth in developed economies, but software is allowing entrepreneurs to launch businesses with a third fewer employees than in the 1990s. There is less need for administrative support and back-office jobs that handle accounting, payroll and benefits.—It's becoming a self-serve world. Instead of relying on someone else in the workplace or our personal lives, we use technology to do tasks ourselves. Some find this frustrating; others like the feeling of control. Either way, this trend will only grow as software permeates our lives.—Technology is replacing workers in developed countries regardless of their politics, policies and laws. Union rules and labor laws may slow the dismissal of employees, but no country is attempting to prohibit organizations from using technology that allows them to operate more efficiently — and with fewer employees.Some analysts reject the idea that technology has been a big job killer. They note that the collapse of the housing market in the U.S., Ireland, Spain and other countries and the ensuing global recession wiped out millions of middle-class construction and factory jobs. In their view, governments could bring many of the jobs back if they would put aside worries about their heavy debts and spend more. Others note that jobs continue to be lost to China, India and other countries in the developing world.But to the extent technology has played a role, it raises the specter of high unemployment even after economic growth accelerates. Some economists say millions of middle-class workers must be retrained to do other jobs if they hope to get work again. Others are more hopeful. They note that technological change over the centuries eventually has created more jobs than it destroyed, though the wait can be long and painful.A common refrain: The developed world may face years of high middle-class unemployment, social discord, divisive politics, falling living standards and dashed hopes.___In the U.S., the economic recovery that started in June 2009 has been called the third straight "jobless recovery."But that's a misnomer. The jobs came back after the first two.Most recessions since World War II were followed by a surge in new jobs as consumers started spending again and companies hired to meet the new demand. In the months after recessions ended in 1991 and 2001, there was no familiar snap-back, but all the jobs had returned in less than three years.But 42 months after the Great Recession ended, the U.S. has gained only 3.5 million, or 47 percent, of the 7.5 million jobs that were lost. The 17 countries that use the euro had 3.5 million fewer jobs last June than in December 2007.This has truly been a jobless recovery, and the lack of midpay jobs is almost entirely to blame.Fifty percent of the U.S. jobs lost were in midpay industries, but Moody's Analytics, a research firm, says just 2 percent of the 3.5 million jobs gained are in that category. After the four previous recessions, at least 30 percent of jobs created — and as many as 46 percent — were in midpay industries.Other studies that group jobs differently show a similar drop in middle-class work.Some of the most startling studies have focused on midskill, midpay jobs that require tasks that follow well-defined procedures and are repeated throughout the day. Think travel agents, salespeople in stores, office assistants and back-office workers like benefits managers and payroll clerks, as well as machine operators and other factory jobs. An August 2012 paper by economists Henry Siu of the University of British Columbia and Nir Jaimovich of Duke University found these kinds of jobs comprise fewer than half of all jobs, yet accounted for nine of 10 of all losses in the Great Recession. And they have kept disappearing in the economic recovery.Webb Wheel Products makes parts for truck brakes, which involves plenty of repetitive work. Its newest employee is the Doosan V550M, and it's a marvel. It can spin a 130-pound brake drum like a child's top, smooth its metal surface, then drill holes — all without missing a beat. And it doesn't take vacations or "complain about anything," says Dwayne Ricketts, president of the Cullman, Ala., company.Thanks to computerized machines, Webb Wheel hasn't added a factory worker in three years, though it's making 300,000 more drums annually, a 25 percent increase."Everyone is waiting for the unemployment rate to drop, but I don't know if it will much," Ricketts says. "Companies in the recession learned to be more efficient, and they're not going to go back."In Europe, companies couldn't go back even if they wanted to. The 17 countries that use the euro slipped into another recession 14 months ago, in November 2011. The current unemployment rate is a record 11.8 percent.European companies had been using technology to replace midpay workers for years, and now that has accelerated."The recessions have amplified the trend," says Goos, the Belgian economist. "New jobs are being created, but not the middle-pay ones."In Canada, a 2011 study by economists at the University of British Columbia and York University in Toronto found a similar pattern of middle-class losses, though they were working with older data. In the 15 years through 2006, the share of total jobs held by many midpay, midskill occupations shrank. The share held by foremen fell 37 percent, workers in administrative and senior clerical roles fell 18 percent and those in sales and service fell 12 percent.In Japan, a 2009 report from Hitotsubashi University in Tokyo documented a "substantial" drop in midpay, midskill jobs in the five years through 2005, and linked it to technology.Developing economies have been spared the technological onslaught — for now. Countries like Brazil and China are still growing middle-class jobs because they're shifting from export-driven to consumer-based economies. But even they are beginning to use more machines in manufacturing. The cheap labor they relied on to make goods from apparel to electronics is no longer so cheap as their living standards rise.One example is Sunbird Engineering, a Hong Kong firm that makes mirror frames for heavy trucks at a factory in southern China. Salaries at its plant in Dongguan have nearly tripled from $80 a month in 2005 to $225 today. "Automation is the obvious next step," CEO Bill Pike says.Sunbird is installing robotic arms that drill screws into a mirror assembly, work now done by hand. The machinery will allow the company to eliminate two positions on a 13-person assembly line. Pike hopes that additional automation will allow the company to reduce another five or six jobs from the line."By automating, we can outlive the labor cost increases inevitable in China," Pike says. "Those who automate in China will win the battle of increased costs."Foxconn Technology Group, which assembles iPhones at factories in China, unveiled plans in 2011 to install one million robots over three years.A recent headline in the China Daily newspaper: "Chinese robot wars set to erupt."___Candidates for U.S. president last year never tired of telling Americans how jobs were being shipped overseas. China, with its vast army of cheaper labor and low-value currency, was easy to blame.But most jobs cut in the U.S. and Europe weren't moved. No one got them. They vanished. And the villain in this story — a clever software engineer working in Silicon Valley or the high-tech hub around Heidelberg, Germany — isn't so easy to hate."It doesn't have political appeal to say the reason we have a problem is we're so successful in technology," says Joseph Stiglitz, a Nobel Prize-winning economist at Columbia University. "There's no enemy there."Unless you count family and friends and the person staring at you in the mirror. The uncomfortable truth is technology is killing jobs with the help of ordinary consumers by enabling them to quickly do tasks that workers used to do full time, for salaries.Use a self-checkout lane at the supermarket or drugstore? A worker behind a cash register used to do that.Buy clothes without visiting a store? You've taken work from a salesman.Click "accept" in an email invitation to attend a meeting? You've pushed an office assistant closer to unemployment.Book your vacation using an online program? You've helped lay off a travel agent. Perhaps at American Express Co., which announced this month that it plans to cut 5,400 jobs, mainly in its travel business, as more of its customers shift to online portals to plan trips.Software is picking out worrisome blots in medical scans, running trains without conductors, driving cars without drivers, spotting profits in stocks trades in milliseconds, analyzing Twitter traffic to tell where to sell certain snacks, sifting through documents for evidence in court cases, recording power usage beamed from digital utility meters at millions of homes, and sorting returned library books.Technology gives rise to "cheaper products and cool services," says David Autor, an economist at MIT, one of the first to document tech's role in cutting jobs. "But if you lose your job, that is slim compensation."Even the most commonplace technologies — take, say, email — are making it tough for workers to get jobs, including ones with MBAs, like Roshanne Redmond, a former project manager at a commercial real estate developer."I used to get on the phone, talk to a secretary and coordinate calendars," Redmond says. "Now, things are done by computer."Technology is used by companies to run leaner and smarter in good times and bad, but never more than in bad. In a recession, sales fall and companies cut jobs to save money. Then they turn to technology to do tasks people used to do. And that's when it hits them: They realize they don't have to re-hire the humans when business improves, or at least not as many.The Hackett Group, a consultant on back-office jobs, estimates 2 million of them in finance, human resources, information technology and procurement have disappeared in the U.S. and Europe since the Great Recession. It pins the blame for more than half of the losses on technology. These are jobs that used to fill cubicles at almost every company — clerks paying bills and ordering supplies, benefits managers filing health-care forms and IT experts helping with computer crashes."The effect of (technology) on white-collar jobs is huge, but it's not obvious," says MIT's McAfee. Companies "don't put out a press release saying we're not hiring again because of machines."___What hope is there for the future?Historically, new companies and new industries have been the incubator of new jobs. Start-up companies no more than five years old are big sources of new jobs in developed economies. In the U.S., they accounted for 99 percent of new private sector jobs in 2005, according to a study by the University of Maryland's John Haltiwanger and two other economists.But even these companies are hiring fewer people. The average new business employed 4.7 workers when it opened its doors in 2011, down from 7.6 in the 1990s, according to a Labor Department study released last March.Technology is probably to blame, wrote the report's authors, Eleanor Choi and James Spletzer. Entrepreneurs no longer need people to do clerical and administrative tasks to help them get their businesses off the ground.In the old days — say, 10 years ago — "you'd need an assistant pretty early to coordinate everything — or you'd pay a huge opportunity cost for the entrepreneur or the president to set up a meeting," says Jeff Connally, CEO of CMIT Solutions, a technology consultancy to small businesses.Now technology means "you can look at your calendar and everybody else's calendar and — bing! — you've set up a meeting." So no assistant gets hired.Entrepreneur Andrew Schrage started the financial advice website Money Crashers in 2009 with a partner and one freelance writer. The bare-bones start-up was only possible, Schrage says, because of technology that allowed the company to get online help with accounting and payroll and other support functions without hiring staff."Had I not had access to cloud computing and outsourcing, I estimate that I would have needed 5-10 employees to begin this venture," Schrage says. "I doubt I would have been able to launch my business."Technological innovations have been throwing people out of jobs for centuries. But they eventually created more work, and greater wealth, than they destroyed. Ford, the author and software engineer, thinks there is reason to believe that this time will be different. He sees virtually no end to the inroads of computers into the workplace. Eventually, he says, software will threaten the livelihoods of doctors, lawyers and other highly skilled professionals.Many economists are encouraged by history and think the gains eventually will outweigh the losses. But even they have doubts."What's different this time is that digital technologies show up in every corner of the economy," says McAfee, a self-described "digital optimist." ''Your tablet (computer) is just two or three years old, and it's already taken over our lives."Peter Lindert, an economist at the University of California, Davis, says the computer is more destructive than innovations in the Industrial Revolution because the pace at which it is upending industries makes it hard for people to adapt.Occupations that provided middle-class lifestyles for generations can disappear in a few years. Utility meter readers are just one example. As power companies began installing so-called smart readers outside homes, the number of meter readers in the U.S. plunged from 56,000 in 2001 to 36,000 in 2010, according to the Labor Department.In 10 years? That number is expected to be zero.___NEXT: Practically human: Can smart machines do your job?
Trabajos que la tecnología ha eliminado para siempre El cambio tecnológico durante los últimos años ha sido brutal: Internet, procesadores, móviles, tabletas, capacidad de computación aplicada a investigación, ciencia, biología.... ¿Resultado? Muchos trabajos que antes hacían las personas los hacen ahora las máquinas, robots, software... Associated Press ha ilustrado esta tendencia con una serie de fotos, un pequeño ejemplo del antes y el después de los empleos que ha eliminado para siempre la tecnología. En la imagen de arriba a la izquierda, el responsable de la Biblioteca del Congreso en Washington en 2003, al lado el robot bookBot en 2013, un sistema automatizado para ordenar y seleccionar libros en una biblioteca de EE.UU. Más, debajo.Las salas de tecnología de antes, y las de ahoraA la izquierda, una sala de tecnología en una empresa en 2001, llena de gente. A la derecha, una sala de servidores de SAP, todo automatizado.Trenes sin conductorA la izquierda, un conductor de tren en una ciudad de Canadá, a la derecha la línea de tren Yurikamome de Tokio en 2013, completamente automatizada. Operadoras Vs. asistentes virtualesA la izquierda, operadoras trabajando en 1951, a la derecha el asistente virtual Siri lanzado por Apple en 2011. El número de operadore/as y telefonistas en EE.UU., por ejemplo, se ha reducido de 182.000 a 73.000 en una década. Personal de asistencia en aeropuertosDe la asistencia persona a persona, a la asistencia máquina-persona. Como este, cientos de ejemplos. Robots por empleadosA la izquierda, un empleado en una fábrica de coches de Berlín en 2008, a la derecha, un robot pinta una pieza de un automóvil en 2013.Fotos: AP
Y esa gente mísera se rebelaba menos, porque nadie les había hecho creer que para ser felices necesitaban una pantalla plana de 42' o un par de zapatillas de deporte premium, que fueron los bienes objeto de saqueos.
Por qué no deberíamos de trabajar más de seis horasChristian Bronstein y Eric Winer nos comparten una investigación sobre los efectos que tiene la jornada laboral tipificada de 8 horas y desarrollan una alternativa para llevar una vida más sana y más productiva con jornadas de 6 horas de trabajo.Citar“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar.”Bertolt BrechtCitar“La resignación es un suicidio cotidiano.”Pindaro.Aquellos de nosotros que acaso podemos considerarnos afortunados de tener acceso a un empleo dentro del contexto salvajemente competitivo, opresivo y desigual que nos impone el mercado, inmersos como estamos en medio de la vorágine social, los medios de comunicación alienantes y las urgencias de cada día, podemos olvidarnos con facilidad de nuestro lugar en la sociedad, no sólo como empleados y consumidores, sino como actores sociales productores de cambio y de progreso individual y colectivo, como auténticos co-creadores de nuestra realidad actual.Parece que vivimos en una sociedad en donde impera el individualismo, la mezquindad, e incluso más gravemente, la adherencia pasiva, ingenua o inconsciente de la mayoría de los sujetos a la reproducción de una estructura social que, suponen, los excede, y que rara vez es evaluada de manera crítica. Una de los factores que contribuyen a esto es sin duda la absorción que implican las jornadas laborales actuales. Si se trabaja la mayor parte del día existe poco tiempo para pensar, poco tiempo para forjar un pensamiento crítico y para participar de manera transformadora y creativa en la construcción de nuestra sociedad. No parece haber tiempo más que para seguir alimentando este modo de funcionamiento del sistema. Pero este sistema está en crisis. No sólo a nivel económico, sino más profundamente, a nivel cultural. Y toda crisis demanda una transformación. Es momento de que todas las personas puedan enriquecer sus vidas y espíritus en vez de ser devoradas por la cotidianeidad del trabajo en donde las auténticas subjetividades están tan desvalorizadas.En la mayoría de los países de Occidente se permite al empleador imponer jornadas laborales alienantes de no menos de 8 horas diarias o 48 horas semanales. ¿Puede una sociedad que aspire a una calidad de vida realmente saludable y plena de sus ciudadanos ser compatible con este contexto legal que suprime el derecho de todo ser humano pleno a volcar su actividad no solo en su vida laboral, sino también en su participación democrática y en su ámbito personal? Si con algo es coherente este actual contexto legal es con un modelo económico que contempla al ser humano como un mero engranaje de un sistema productivo, cuyo tiempo debe estar subordinado casi exclusivamente al trabajo y el consumo, beneficiando a quienes se encuentran en la pirámide del mercado.Como señala el filosofo contemporáneo Antonio Fornés “Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos que vivimos en una sociedad superlibre… No tenemos tiempo de ver a los amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de estar con nuestros hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo de hacer el amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes, martes, miércoles, jueves…. La rutina engulle nuestra vida a cambio de algún capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de vacaciones, un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte el desayuno, pero ¿eso es vivir?… ¿Abdicar de la vida para que tus hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi gato vive mejor.” Pero una cultura que ponga el valor de la vida por encima de los valores del mercado y la realización colectiva por encima de la competencia, debe contemplar al ser humano no sólo como trabajador y consumidor, sino también como individuo civil, como persona afectiva y como sujeto de realización personal e integración cultural, equilibrando su tiempo en tres instancias sociales imprescindibles: la personal, la civil y la productiva.Como la historia ha demostrado, cada conquista de nuevos derechos laborales nos ha alejado poco a poco de los tiempos de la esclavitud declarada y ha dado lugar a sociedades relativamente menos injustas. Por ello, uno de los principales espacios sociales en donde pueden reflejarse y concretizarse los valores de una nueva cultura es el del derecho laboral. Debemos concientizarnos de la necesidad de reivindicar y defender nuestro derecho a la libertad humana frente a la jornada laboral, como una de las formas más claras de esclavización cotidiana. Reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias (o 30 horas semanales) sin aplicar reducción salarial, es una propuesta realista y concretable que significaría un progreso social y cultural de no menores proporciones, repercutiendo en la calidad de vida de todo el pueblo. Es claro que esta propuesta, en principio, no reduciría la injusta distribución del ingreso imperante en nuestra sociedad capitalista (que debería constituir una preocupación paralela), pero sí sería un modo concreto de apropiarse a gran escala de la riqueza productiva –hablamos de reducir la jornada sin aplicar reducciones salariales-, ya que se traduciría en un incremento del valor hora para todos los trabajadores. En algunos países de Latinoamérica como Venezuela, Uruguay y Argentina, afortunadamente, se han comenzado a debatir proyectos de ley que podría hacer realizable esta idea:El senador argentino Osvaldo López, autor de un proyecto de ley que defiende la reducción de la jornada laboral a 6 horas como un derecho que debe ser garantizado independientemente de las condiciones salariales, plantea que: “Esto se puede lograr sin aplicar reducción salarial, manteniéndose los niveles vigentes a través del incremento proporcional del valor hora. El derecho a una retribución justa es una conquista social que debe ser garantizada por separado, no pudiéndose negociar por la jornada de modo que alguien deba trabajar demasiadas horas o tener más de un empleo para que el salario le alcance.”En su misma línea, Mario Woronowski, psicólogo y sociólogo argentino, e integrante del Foro de Políticas Públicas de Salud del Espacio Carta Abierta, considera que la reducción de la jornada responde a una necesidad social dentro de un contexto mundial que cataloga como “una crisis civilizatoria, y no solo del sistema financiero.”. Woronowski señaló que “para muchos sectores y personas, ideas como estas son utópicas”, y a su vez abogó por “no asustarse de las utopías, sino asustarse de la falta de ellas”.Por nuestra parte, hemos elaborado 9 fundamentos principales que consideramos que justifican esta necesaria y urgente transformación social: 1. REDUCCIÓN DEL DESEMPLEO:La posibilidad de estructurar dos turnos laborales, permitiría la incorporación de mayor personal con el beneficio de reducir del desempleo. Como señaló el senador Osvaldo López, las leyes de reducción de la jornada laboral pueden funcionar como “una herramienta para crear mayor cantidad de puestos de trabajo con la liberación de horas por parte de quienes pueden estar hoy sobre ocupados”. 2. VIDA FAMILIAR Y AFECTIVA:La reducción de la jornada laboral a 6 horas favorecería la cohesión familiar, respetando el derecho del niño a crecer en un ambiente familiar con una mayor presencia de los padres en el hogar, y permitiendo a los padres participar activamente del crecimiento de sus hijos.Y en términos más generales, la reducción de la jornada laboral nos permitiría a todos equilibrar nuestra vida laboral con la afectiva, los vínculos que hacen a nuestra vida verdaderamente significativa: pareja, familia, amigos.3. AVANCES TECNOLÓGICOS:Con la utilización de nuevas tecnologías (automatización industrial, telefonía celular, digitalización, fax, Internet, e-mail, etc.) las tareas en la mayoría de los ámbitos laborales se han simplificado enormemente, significando una considerable reducción de tiempo y esfuerzo para realizar tareas antes más largas y más costosas. La reducción de la jornada laboral debería ser, a todas luces, uno de los resultados lógicos y evidentes del avance en el desarrollo tecnológico del ser humano. Sin embargo, esto no ha sido así. Volviendo a citar al filósofo español Antonio Fornés: “La Revolución Industrial prometió que las máquinas irían reemplazando a los hombres y, por consiguiente, no tendríamos que trabajar para vivir. Tres siglos después, las máquinas han sustituido a los hombres en prácticamente todos los trabajos manuales, pero, sin embargo, no sólo los hombres siguen trabajando como entonces sino que: ¡Las mujeres también han tenido que ponerse a trabajar! ¿No te parece curioso que se mantenga el mismo número de horas que en 1926? ¿Puedes creer que las increíbles máquinas y la bendita Ciencia no hayan liberado -¡ni si quiera un poquito!- en 100 años de esa esclavitud, que es el trabajo, al hombre? ¿Cómo puede ser que los bosquimanos trabajen la mitad que nosotros si viven en la prehistoria?”Está claro que los avances de la tecnología hicieron que suba la productividad de un trabajador, ¿pero quién se quedó con la diferencia de este progreso? El empleador, por supuesto. El resultado fue concentración de la riqueza y desocupación. ¿Por qué no se reparte el beneficio obtenido por los avances de la tecnología? ¿Por qué en lugar de echar trabajadores y mantener la misma cantidad de horas, no se mantuvo la cantidad de trabajadores y se redujo la cantidad de horas? 4. ESTUDIOS Y CAPACITACIÓN:Todo aquel que trabaje 8 o más horas diarias y asuma el desafío de estudiar alguna carrera o curso se dará cuenta rápidamente que el tiempo no-laboral del que dispone para eso y para el resto de sus actividades vitales suele ser realmente insuficiente o incluso ridículo en relación a las exigencias académicas, forzándolo a abandonar sus estudios o a hacer sacrificios que no todos pueden asumir para poder continuar. En muchos casos, los horarios de estudio simplemente son incompatibles con la disponibilidad horaria laboral.Por otro lado, de forma creciente las tareas laborales son de índole intelectual en contacto con nuevas y sofisticadas tecnologías. Esto trae aparejado una necesidad de mayor capacitación (cursos, seminarios, etc.) que normalmente se suman al horario laboral. La lógica competitiva del mercado laboral actual no permite detenerse siquiera a aquellos que ya cuentan con un título, ya que los tiempos actuales exigen títulos y especializaciones más allá del nivel universitario o terciario.En definitiva, la tensión entre la necesidad de capacitación constante con riesgos de quedar desactualizado o fuera del sistema laboral, y a su vez la necesidad de un sustento económico (horas de trabajo quitadas a la capacitación), traen aparejado un sujeto subyugado a serios riesgos biológicos (enfermedades nerviosas, stress, etc.) de la vida actual. La reducción del horario laboral facilitaría la realización de una integración coherente entre formación y empleo.5. SALUD:La reducción de tiempo laboral favorece la intensidad de trabajo, reduciendo espacios de ocio laboral que pueden generar una carga negativa en el ambiente: necesidad de mostrarse constantemente ocupado, stress de no tener actividades para realizar, tiempos muertos, etc.Sumado a esto, trabajar 8 horas o más restringe enormemente el tiempo que un ciudadano puede dedicar a actividades necesarias para la salud física y psicológica: deportivas, de esparcimiento, meditación, etc. 6. INCREMENTO DE LA PRODUCTIVIDAD:En el año 2007, el Euroíndice IESE-ADECCO (EIL), al analizar el mercado laboral de siete países europeos, arrojó un resultado extraordinario: los países europeos con jornadas medias más cortas (Holanda, Alemania y Bélgica) presentaron mayor productividad por hora trabajada que el resto. Este estudio refutó la tradicional asociación de una jornada laboral más extensa con una mayor productividad, demostrando que “existe una relación negativa entre ambos conceptos y, al trabajar más horas, se tiende a disminuir el aprovechamiento que se hace de cada una de ellas”. Así, se destacó que “una mejora en la eficiencia (productividad) puede llevar a reducir la jornada de trabajo sin que se produzca una caída en la producción.” 7. RECURSOS ENERGÉTICOS E IMPACTO AMBIENTAL:En los numerosos entornos laborales en donde no sea necesario incorporar dos turnos, la reducción laboral no solo intensificaría los momentos de trabajo, sino que maximizaría los recursos energéticos, disminuyendo significativamente el impacto ambiental.8. HACINAMIENTO:La posibilidad de emplear dos turnos, podría resolver núcleos de hacinamiento laboral físico, además de abrir a nuevas posibilidades de capacitación. Significaría, por otro lado, la posibilidad de un uso más inteligente y eficiente del transporte público y privado en las zonas en donde se concentra la mayor actividad, favoreciendo enormemente la desconcentración poblacional, evitando la saturación del flujo de transporte en micros, trenes, avenidas y autopistas en las llamadas “horas pico”, acelerando y simplificando la movilidad de los ciudadanos, y disminuyendo a la vez el impacto ambiental del transporte privado. 9. INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO CREATIVO:La investigación científica y académica, que podría significar una mejoría sustancial no solo a nivel laboral sino también de país, excepto en los excepcionales casos en que esté financiada, queda normalmente relegada por la absorción laboral. Las actividades culturales artísticas y creativas en general quedan, por su parte, también restringidas por las limitaciones que impone el tiempo laboral. Podríamos preguntarnos, junto con el reconocido lingüista y analista político internacional Noam Chomsky: “¿Queremos tener una sociedad de individuos libres y creativos e independientes, capaces de apreciar y aprender de los logros culturales del pasado y contribuir a ellos..? ¿Queremos eso o queremos gente que aumente el PBI? No es necesariamente lo mismo.”Por estas razones, creemos, que es necesario convertir este tema en una preocupación social y en una bandera colectiva, en un reclamo que todos debemos exigir a nuestros representantes políticos. Quizás ha llegado el momento de comenzar a pensar en una nueva cultura y orientarnos social y políticamente hacia ella. Una cultura en donde se ponga el derecho de todos a una vida plena por encima del derecho de unos pocos a la sistemática explotación laboral. Una cultura en donde se trabaje para vivir, y no se viva para trabajar.La reducción de la jornada laboral a 6 horas sería una excelente forma de empezar.Sigue el grupo de Facebook: Por una jornada laboral de 6 horas
“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar.”Bertolt Brecht
“La resignación es un suicidio cotidiano.”Pindaro.
El avance tecnológico hace saltar las alarmas: ¿cuánto empleo puede destruir? Robots y ordenadores son cada vez más inteligentes Numerosos estudios anticipan tasas de paro del 50 y hasta el 75%En un contexto donde los robots y los ordenadores son cada vez más y más inteligentes, una pregunta toma cada vez más sentido: ¿es posible que el avance tecnológico conduzca el desempleo a niveles inimaginables? ¿Podría soportar una economía desarrollada una tasa de paro del 50%, del 75%?No hace tantos años era impensable que los coches pudieran circular sin conductor. Pero hoy ya es una realidad, e incluso hay territorios que se han atrevido a modificar sus leyes para permitir el vehículo automatizado. Conductores de autobuses urbanos, camioneros de larga distancia, taxistas, y solo por poner algunos ejemplos son puestos de trabajos que podrían quedar en la cuerda floja si este tipo de vehículo prospera."Todos esos trabajos van a desaparecer en los próximos 25 años", predice Moshe Vardi, científico informático de la Rice University, en Houston. Vardi plantea una pregunta igualmente aterradora: ¿está preparado el mundo desarrollado para una economía en la que el 50% de la población está en paro?Un análisis de Associated Press, que recoge The Washington Post, a partir de los datos de 20 países muestra que millones de empleos de cualificación y retribución media han desaparecido en los últimos cinco años, empleos que, por otro lado, constituyen la columna vertebral de la clase media en los países desarrollados. ¿Volverán estos empleos cuando la economía mundial se recupere o se perderán para siempre como consecuencia del avance tecnológico?Cada vez que ha aparecido un nuevo invento en los dos últimos siglos -barco de vapor, locomotora, telégrafo, teléfono, por citar algunos- han desaparecido empresas y puestos de trabajo. Aunque han surgido nuevos negocios con nuevos empleados. "Es cierto que la tecnología ha destruido puestos de trabajo, pero también ha creado otros muchos", recuerda el ganador del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Sin embargo, y por primera vez, estamos viendo máquinas que pueden pensar, o algo parecido.¿Condenados al paro?Peter Lindert de la Universidad de California-Davis ofrece un mensaje tranquilizador. No cree que los trabajadores están condenados al desempleo: con los conocimientos adecuados y la educación, dice, pueden aprender a trabajar con las máquinas y ser lo suficientemente productivos para defenderse de la amenaza de automatización.Un ejemplo: el fenómeno y ascenso del iPhone ha permitido crear, según datos de Apple, cerca de 290.000 puestos de trabajo desde 2007, empleos relacionados con el desarrollo de las aplicaciones. Eso sugiere que la nueva tecnología sigue creando nuevos tipos de trabajos que requieren mayores habilidades y creatividad.Sea como sea, lo que ocurrirá en el mercado laboral sigue siendo una incógnita. Muchos puestos de trabajo de baja remuneración podrían mantenerse al abrigo de la ofensiva tecnológica: los robots son demasiado torpes para poner en orden las habitaciones de un hotel o para dejar relucientes los platos sucios de los restaurantes concurridos, recuerda el Washington Post.Claro que si las máquinas acaban con puestos de trabajo cualificados, la gente se empleará cada vez más en trabajos de servicios con salarios bajos. ¿Qué clase de sociedad se creará entonces? Se necesita una gran clase media para producir un gasto de consumo que impulse un crecimiento económico saludable, recuerdan los economistas.Cifras sorprendentesEn su libro Las luces en el túnel, el ingeniero informático y empresario californiano de Silicon Valley, Martin Ford, prevé una economía dominada por los ordenadores con un 75% de desempleo antes de finales de este siglo.Otro ejemplo revelador. Entre las grandes de la era digital, Apple emplea a 80.000 personas en todo el mundo, Google 54.000, y Facebook 4.300. En conjunto, estas tres empresas emplean a menos de una cuarta parte de los 600.000 empleados que tuvo General Motors, en la década de 1970. Y hoy, GM da trabajo a 202.000 personas, en un momento en que fabrica más coches que nunca.En un discurso pronunciado el año pasado, el exsecretario del Tesoro de EEUU Lawrence Summers declaró que el mayor problema económico del futuro no sería la deuda federal o la competencia de China, sino "las dramáticas transformaciones que la tecnología está provocando".Summers imaginó una máquina llamada el "hacedor" que podría hacer cualquier cosa o proporcionar cualquier servicio. La productividad se dispararía. Aquellos capaces de diseñar mejores "hacedores" ser harían de oro. Pero todos los demás no tendrían ningún valor en el mercado de trabajo.Summers alertó de que el mundo se está moviendo en esta dirección y que, aunque ha completado sólo el 15% de este viaje, ya se están "observando sus consecuencias".
Solamente los vehículos autopilotados pueden destruir cantidades de empleo que ni imaginamos ahora mismo.
El mercado de trabajo en la sociedad actualEl libro trata sobre la influencia de las Nuevas tecnologías en los procesos de producción y sus consecuencias en el mercado de trabajo. Jeremy Rifkin hace un repaso de la historia y evolución de la producción y el empleo (desempleo más bien) en Estados Unidos, desde la agricultura, el paso por la industria y el sector servicios. Rifkin describe el recorrido del empleo y el desempleo desde la primera revolución industrial, pasando por la segunda revolución industrial y tercera tercera revolución industrial y llegando hasta la actualidad.La aplicación de nuevos procesos productivos produciría, ahora ya en todo el planeta, un desempleo estructural irresoluble aplicando los remedios tradicionales. Esta situación de paro estructural, para la clase trabajadora clásica pero también para otros sectores muy cualificados, es consecuencia de una sobreproducción constante globalizada e incontrolable para los estados tradicionales. La situación tiende a agravarse con la aplicación de procesos de alta reingenierización de los procesos productivos, la robótica, la informática, el control prácticamente horizontal de las estructuras -con apenas directivos altos y sin puestos intermedios-.No solamente estarían afectados por estos procesos los obreros sin cualificar o poco cualificados, también los trabajadores cualificados, cuadros intermedios y profesiones liberales son presa de este proceso imparable de destrucción de trabajo remunerado o asalariado.Para Jeremy Rifkin una época está tocando a su fin. Ante los problemas derivados de la eliminación de puestos de trabajo y el consiguiente paro no hay respuestas por parte de la teoría tradicional del capitalismo industrial, ni tampoco por las estructuras básicas de la sociedad actual -Estado y Mercado- que se muestran incapaces de dar respuestas reales a un desempleo estructural profundo.Soluciones de Jeremy RifkinAnte la ausencia de soluciones por parte de los actores institucionales (Estado, sindicatos...) y económicos (empresas, bancos...) propone, una vez reconocida la imposibilidad de acabar con el desempleo estructural actual con las medidas tradicionales:-Repartir el empleo, es decir repartir el trabajo asalariado-Rediseñar la semana laboral y la jornada laboral: reducción de la semana laboral y la reducción de la jornada laboral.-Establecer un nuevo contrato con la sociedad civil basado en la economía social o tercer sector que incluiría el reconocimiento y potenciación de:-La sociedad civil (Organizaciones no gubernamentales, Organizaciones sin ánimo de lucro, asociaciones...).-Implantación del denominado ingreso anual garantizado (similar a la Renta básica universal).-Modificación de la fiscalidad para promover la economía social.Referencias↑ Rifkin, Jeremy (1995). The End of Work: The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era. Putnam Publishing Group. ISBN 0-87477-779-8.↑ El fin del trabajo, Jeremy Rifkin, pág. 10 -googlebooks-