Los administradores de TransicionEstructural no se responsabilizan de las opiniones vertidas por los usuarios del foro. Cada usuario asume la responsabilidad de los comentarios publicados.
0 Usuarios y 2 Visitantes están viendo este tema.
Comienza una nueva era en la Casa Blanca. El 45º presidente de los Estados Unidos, Donald Trump (70 años), llegó este viernes a Washington para jurar el cargo al frente de la primera potencia económica y militar. Tras pronunciar su primer discurso como presidente, en el que citó en 36 ocasiones la palabra “América”, 13 veces “nación”, nueve “gente” y cuatro “dios”, su equipo se apresuró en modificar la página web de la Casa Blanca para incluir las propuestas que vertebrarán sus primeras medidas en el cargo.Según las nominaciones del magnate, el nuevo gabinete estará compuesto por 16 hombres y dos mujeres, muchos millonarios, varios militares y ninguno de origen latino, que presentamos a continuación (todos valores económicos expresados en euros):Mike Pence, vicepresidente: político republicano de 57 años de edad, cristiano -de joven quiso ser sacerdote- y opuesto al aborto y el matrimonio homosexual. Fue congresista por Indiana durante más de una década y entre sus hitos está la aprobación de la Ley de la Restauración de la Libertad Religiosa en su Estado, que generó una polémica en todo el país porque permite que las empresas puedan negarse a atender a parejas gays por razones religiosas. A diferencia de Donald Trump, Pence ha sido un arduo defensor de los tratados de libre comercio e incluso defendió liberar los intercambios comerciales con China.Rex Tillerson, secretario de Estado: el cargo equivalente a ministro de Asuntos Exteriores de la primera potencia mundial recae sobre el exdirector de la petrolera ExxonMobil, que además ocupa el puesto 64 de la lista de los más poderosos de Forbes. Tillerson (64 años) es conocido por sus vínculos con Rusia y tiene el apoyo de Condoleezza Rice, que ocupó su puesto en el gobierno de Bush hijo, y Robert Gates, exsecretario de Defensa y ex director de la CIA.James Mattis, secretario de Defensa: el general jubilado del Cuerpo de Marines, conocido como “perro furioso” (mad dog) por su agresividad en el campo de batalla, es uno de los nombramientos más simbólicos del nuevo Gobierno estadounidense. Obama nombró a Mattis (66 años) jefe del Comando Central, responsable de las operaciones en Oriente Medio. De su currículum militar destacan sus tareas de mando en Afganistán, Irak y la OTAN. Mattis, conocido por su mano dura pero también por sus dotes de estratega y su afán por la lectura, será el responsable de traducir en hechos el discurso antiterrorista de Trump.Steven Mnuchin, secretario del Tesoro: a sus 54 años, este neoyorkino de familia adinerada fue el encargado de recaudar donaciones para la campaña de Trump y ahora tendrá el control sobre las arcas de la mayor potencia económica del mundo. Durante 17 años Mnuchin fue ejecutivo del banco Goldman Sachs, una de las mayores entidades financieras del planeta, acusada por la Justicia estadounidense por su corresponsabilidad en el estallido y desenlace de la crisis financiera global.Mike Pompeo, director de la CIA: congresista por Kansas, miembro del Tea Party, el ala dura del Partido Republicano, y antiguo oficial del ejército. Fue una de las voces más duras contra Hillary Clinton por el atentado que costó la vida al embajador estadounidense en Bengasi (Libia), y contra el acuerdo nuclear con Irán. El principal cometido de Pompeo será renovar los vínculos de Trump con los servicios de inteligencia, una relación desgastada después de que la CIA acusara al presidente electo de recibir apoyo de Rusia. Dan Coats estará al frente de la Dirección Nacional de Inteligencia y será el encargado de despachar a diario con el presidente para informarle en materia de seguridad, mientras que el exmilitar Michael Flynn, famoso por sus posiciones islamófobas y su simpatía por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, será consejero de Seguridad Nacional.Rick Perry, secretario de Energía: el exgobernador del petrolero Estado de Texas tras la marcha de George W. Bush a Washington dirigirá el departamento que él mismo prometió eliminar durante las primarias republicanas. Desde febrero de 2015 forma parte de la dirección de Energy Transfer Partners, la empresa con el mayor portfolio de activos petrolíferos y gasísticos de Estados Unidos, la misma que desarrolla el oleoducto de Dakota del Norte, que ha suscitado numerosas manifestaciones.Jeff Sessions, fiscal general: el Senador por Alabama de 70 años que ocupará el puesto equivalente a ministro de Justicia es uno de los políticos más conservadores de Estados Unidos, según la revista National Journal. Sessions es abogado y estuvo nominado a juez federal en los 80, pero su candidatura fue rechazada por sus comentarios racistas y sus bromas sobre el Ku Klux Klan. De su carrera política destacan su ferviente apoyo a la guerra de Iraq promovida por Bush, así como su discurso en contra de los emigrantes y el matrimonio gay.Wilbur Ross, secretario de Comercio: Trump eligió a un banquero de 79 años y sin experiencia en el mundo de la política para dirigir un departamento encargado de promover el crecimiento económico, la competitividad y las infraestructuras del país. Al igual que Trump, Ross es multimillonario (tiene un patrimonio superior a los 2.500 millones, según Forbes) y está a favor de cambiar las relaciones comerciales con China. La carrera empresarial de Ross está plagada de reestructuraciones de compañías en quiebra y su subsecretario en el mismo departamento, Todd Ricketts, es uno de los hombres más ricos del país (5.300 millones).Andrew Puzder, secretario de Trabajo: un ejecutivo de una famosa cadena de comida rápida sin experiencia en la política estará al mando del Departamento de Trabajo, la institución que vela por los estándares laborales del país (horarios, salario mínimo, seguros de desempleo, etcétera). Puzder (66 años) es amante de la incorrección política en sus discursos y ha protagonizado varias controversias por su oposición al aumento del salario mínimo y la mejora de derechos laborales.Ryan Zinke, secretario de Interior: un exsenador, exmilitar del cuerpo de élite (el famoso SEAL) y luterano de 55 años tendrá las riendas del departamento que administra las tierras del Estado y sus recursos naturales. Zinke será el encargado de llevar a cabo los planes de Trump para “derogar las malas regulaciones” en materia medioambiental acometidas durante la Administración de Barack Obama, incluida la reducción del consumo de carbón. Hasta 2009 Zinke apoyaba los subsidios a energías renovables y reconocía los riesgos que entraña el cambio climático, pero en sus últimas apariciones públicas negó haber visto evidencias científicas que lo probaran.Tom Price, secretario de Sanidad: el médico conservador y congresista por Georgia que hasta ahora presidía el Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes tendrá entre sus misiones desarticular el “Obamacare”, el sistema de seguridad social recientemente rechazado por el Senado. Price, de 62 años y cercano a varios lobbies farmacéuticos, defiende relajar la legislación contra las malas prácticas médicas.Ben Carson, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano: cirujano millonario sin experiencia política, el único varón no blanco del gabinete Trump. Carson (65 años) es conocido por sus apariciones en televisión y su activismo en el seno de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Cuenta con la simpatía de muchos ciudadanos que ven en él un ejemplo del “sueño americano”, ya que procede de un barrio humilde de Detroit.Eaine Lan Chao, secretaria de Transportes: Lan Chao es una de las dos mujeres que del nuevo gobierno de Estados Unidos. Nació en Taipei, capital de Taiwan, país que China reclama como territorio propio, y ocupó la Secretaría de Trabajo y la de Transporte en los gobiernos de Bush padre e hijo, respectivamente. Los principales sindicatos del país la acusan de alinearse con la industria y las grandes corporaciones.Elisabeth DeVos, secretaria de Educación: una de las figuras más destacadas del Partido Republicano y de la comunidad cristiana de Estados Unidos, conocida como Betsy. DeVos es una prominente mujer de negocios (atesora un patrimonio de 5.100 millones) y lideró el movimiento School Choice, en defensa de la educación privada. La que será máxima autoridad educativa del país tiene una familia repleta de millonarios: está casada con su hermanastro, el millonario Dick DeVos, es hermana del fundador de Academi, la empresa de mercenarios antes conocida como Blackwater, y es hija del multimillonario Edgar Prince. Su padrastro es el opulento empresario Richard Marvin DeVos.David Shulkin, secretario de Asuntos de Veteranos: Trump no deja indiferentes a quienes lucharon en el ejército y pone al frente de este departamento y por primera vez en la historia de Estados Unidos a un funcionario sin experiencia militar. Shulkin (57 años) trabajó para Obama en el departamento que ahora pasará a dirigir, está vinculado al lobby israelí y tiene negocios en empresas del sector sanitario.John F. Kelly, secretario de Seguridad Nacional: un general retirado del Cuerpo de Marines y defensor de la Base Naval de Guantánamo y de los métodos de tortura empleados en el presidio que alberga. Kelly, conocido por su oposición a la presencia de mujeres en las Fuerzas Armadas, tendrá entre sus responsabilidades la seguridad del presidente Trump, la lucha antiterrorista y la construcción del muro anti inmigración en la frontera con México, uno de las promesas clave del líder republicano.Reince Priebus, jefe de gabinete de la Casa Blanca: el miembro más joven del nuevo gabinete (43 años) tiene una larga trayectoria en el seno del Partido Republicano y los pasillos de las instituciones políticas de Washington, dos características clave que Trump tratará de utilizar para reconciliarse con su propio partido tras una campaña electoral plagada de dudas y rechazo por parte de numerosos líderes republicanos.Nikki Haley, embajadora ante las Naciones Unidas: la gobernadora más joven de Estados Unidos (44 años) apoyó a Marco Rubio durante las primarias republicanas, pero Trump la ha escogido para un puesto clave de la política exterior estadounidense a pesar de no tener experiencia diplomática. Haley es de origen indio y suscita dudas entre los seguidores de Trump por su postura en contra de la política de Israel y Rusia.Sonny Perdue, secretario de Agricultura: el antiguo gobernador de Georgia, exmilitar y veterinario de carrera es la última nominación de Trump. Este veterano político militó en el Partido Demócrata hasta que cambió de bando en 1998. El diario New York Times achaca el nombramiento de Perdue a su apoyo a Trump durante la campaña electoral. Entre otros negocios, en el pasado, Perdue tuvo intereses en compañías de fertilizantes y protagonizó un episodio controvertido al movilizar a cientos de personas hasta el Capitolio para rezar pidiendo agua.Otros cargos clave: aunque no formen parte directa del Ejecutivo, algunos nombramientos destacados incluyen la Agencia de Protección Ambiental, que recaerá en Scott Pruitt, un negacionista con intereses en el sector petrolero; Mick Mulvaney, que dirigirá la Oficina de Administración y Presupuesto, encargada de supervisar la política fiscal de Trump. Mulvaney está a favor de eliminar el límite de endeudamiento del gobierno y pide aumentar la partida destinada a armamento al mismo tiempo que se recortan las prestaciones sociales. Otro nombre imprescindible es el de Stephen Bannon, hombre de confianza de Trump, que será designado como asesor y que ha sido criticado por sus postulados antisemitas, homófobas, racistas y machistas. Bannon llevó las riendas de Breitbart News, la web de noticias conservadoras que apoyó la candidatura del nuevo presidente. También estarán entre los asesores Jared Kushner, yerno de Trump.
Donald Trump y la sociedad neofeudalPetroleros al frente de la política medioambiental o la energética, lobistas de los seguros o la educación privada al frente de la sanidad o la educación pública, racistas declarados al frente de la justicia o la política de seguridadEn el último Saturday Night Live presentado por el gran Bryan Cranston, durante un sketch memorable, Donald Trump nombra al protagonista de Breaking Bad, Walter White, director de la DEA, la conocida agencia federal antidrogas y narcotráfico. El nuevo zar antidroga explica cómo no espera tener problemas para ser designado, pese a haber fingido su propia muerte porque es el tercer miembro del gabinete que lo ha hecho, y cuánto le gusta Trump, porque es un hombre que actúa primero y pregunta después; ambos están de acuerdo en que "es tiempo de que América vuelva a cocinar".Es un broma, pero no lo parece a la vista de la sucesión de nombramientos efectuados por el presidente del pelo naranja. Petroleros al frente de la política medioambiental o la energética, lobistas de los seguros o la educación privada al frente de la sanidad o la educación pública, racistas declarados al frente de la justicia o la política de seguridad. Walter White, el narcotraficante accidental, encaja como un guante, tiene un título superior en química y además una cultura media superior.El premio nobel de economía John Keneth Galbraith acuñó en los setenta el concepto "tecnocracia" para dar nombre a la evidencia de cómo los mismos burócratas dirigían alternativamente el gobierno, las grandes burocracias públicas y las grandes corporaciones privadas. Trump completa el círculo que nos devuelve a la vieja plutocracia, donde sólo accedían al gobierno los propietarios y sus oficiales, para gobernar únicamente para ellos mismos. "Frente a un modelo de sociedad del bienestar de gobierno y funcionamiento democrático para una sociedad que busca promover la igualdad y la horizontalidad, se oponen ahora como deseables e inevitables la necesidad y el ideal de un gobierno plutocrático, privatizado en manos de los propietarios de la riqueza, operado por tecnócratas y al frente de una sociedad organizada sobre relaciones jerárquicas y piramidales" (Los ricos vamos ganando. Deusto, 2015).Al sueño de aquella "sociedad en red" que alumbró el principio de este siglo le sucede ahora la pesadilla del retorno a la "sociedad piramidal", donde los dueños de la riqueza devienen de nuevo señores, únicos y verdaderos titulares de derechos y sujetos exclusivamente a su propia ley, mientras los no propietarios se ven reducidos a la condición de vasallos, cuyos derechos dependen de la voluntad de los señores y su capacidad de pago.No se trata sólo de un paso más. Estamos ante un salto espectacular en la evolución desde los modelos de las "sociedades del bienestar" hacia ese modelo de "sociedad neofeudal". USA ya lo ha dado, Europa se lo está pensando mientras, por ejemplo, los ministros de economía de medio continente compiten por ofertar más y mejores derechos de pernada a las grandes corporaciones que buscan feudos alternativos a la City postBrexit, o cada vez escuchamos a más magnates proclamar en público aquello que antes sólo se atrevían a preguntar en privado: ¿por qué vale vuestro voto lo mismo que el mío?Él éxito es la nueva legitimidad. Lo justifica y lo ampara todo mientras el supuesto fracaso de todos los demás la mejor coartada para privarles de sus derechos, señores y vasallos, ganadores y perdedores; los ganadores se lo llevan todo y los perdedores deberían estar agradecidos.
Y aquí teneis un repaso a los elementos que Trump ha escogido para el gobierno de los USA. No se quien da más miedo, si él ó quienes le acompañan:CitarOtro nombre imprescindible es el de Stephen Bannon, hombre de confianza de Trump, que será designado como asesor y que ha sido criticado por sus postulados antisemitas, homófobas, racistas y machistas. Bannon llevó las riendas de Breitbart News, la web de noticias conservadoras que apoyó la candidatura del nuevo presidente.
Otro nombre imprescindible es el de Stephen Bannon, hombre de confianza de Trump, que será designado como asesor y que ha sido criticado por sus postulados antisemitas, homófobas, racistas y machistas. Bannon llevó las riendas de Breitbart News, la web de noticias conservadoras que apoyó la candidatura del nuevo presidente.
The 1996 Bill Clinton made it mandatory prison time for any alien who reentered the country after being deported. It was Bill Clinton who made it law that any alien found guilty of virtually any crime even if legally here, they were to be deported. There were no protests. The media SUPPORTED Clinton. So what is going on here? This is a complete excuse to overthrow the government and to destroy the Trump Administration. That is what is taking place. Nobody said anything about Clinton.[/size]There was an “illegal” alien who was brought here as a small child at the age of three. He grew up here and was married to an American and had 4 kids. He had a photo shop in the World Trade Center. A broker filled out the paper work for his business. After 911, he was arrested for bank fraud because the broker checked he was a citizen just assuming. He could have become a citizen, but never had the time to go swear in. He was imprisoned for bank fraud, served 5 years in prison, and was then deported. His wife and children were reduced to living in the basement of a friend. That was the Clinton approach to illegal aliens. They love Bill Clinton.[/size]Where was the Media & protesters in 1996? Anyone, even with a visa or green card, are deported if they are found guilty of any felony even if they have a family here in the USA. There was nobody to help the friend I knew – NOBODY! If you return to even visit your family, that is another 5 years in prison. Where is the ACLU? Where are the protester? Where are the CNN, New York Times, Washington Post, ABC, NBC, CBS … etc.?
2,977. That’s the number of mostly Americans who perished on U.S. soil after a score of Saudi Arabian nationalists barbarically smashed 4 passenger jets on the same otherwise peaceful day in September 2001. Among the victims was a cousin, working as an energy trader at Cantor Fitzergerald. In addition to the ghastly human loss and psychological toll permeating the country, the markets gapped down after our exchange was shattered for many days, and the globe was instantly pushed further into a recession. It took 14 years to reconstruct a freedom tower at the site of this tragic American-awakening. And in the many years since, the world has had a chance to consider the events of that day, obviously some remembering the lessons more so than others. That day seems to have passed behind the new record numbers of terrorist attacks in recent years, by ISIL in particular (this is the new terrorist outfit that blossomed from the vacuum left behind in our Al Queda war). ISIL and Boka Haram are now the two dominant global terror clubs. More successful in delivering mass atrocities in one year, versus the lifetime kill rate of Hutus and the Tamil Tigers,combined. With attacks still occurring daily, around the globe, does President Donald Trump have a legitimate case to suddenly screen out Muslims (for many months), from 7 Middle Eastern nations (while they pass through the hands of our federal authorities)? And who, other than the President, should have a greater voice in this national security matter (e.g., the victims of terror, only U.S. citizens, Starbucks’ CEO, no one, etc.)? In this article we make the case that the policies of the U.S. government have long been sub-optimal in how we screen and successfully predict potential threats. Attention-grabbing arrangements of professional protesters at international airports about the U.S., seems to confuse the issue. This is a matter of the probability of life and death, and a future attack on U.S. soil may likely involve a weapon of mass destruction. This should not be a matter childishly couched in terms of who loves versus who hates.Let’s level set and see what types of people have committed major terrorist attacks and mass-shootings in the U.S., since 9/11. Most (though not all) terrorist attacks have been in the form of a mass-shootings.We see that no one descriptive category fits for everyone, though some signals are stronger than others. Some perpetrators were U.S.-born and some were not. Some were Islamic fundamentalists and some were not. Some used guns and some did not. Some occurred during a Republican presidency and some did not. That’s a lot of “were not” and “did not” in describing the categories above. Of course we can feel better by simply ignoring some variables altogether, for fear of being branded discriminatory and intolerable, but then we will miss something risky. But this advanced complexity also cuts both ways! For example, knowing someone is simply a Muslim, yet hasn’t been radicalized and has no weapons knowledge, might spare some need to overly by suspicious of that person. The key is to look at a multitude of valuable factors.Execution of complex models are also critical. In response to 9/11, President George W. Bush established the Department of Homeland Defense. That department created a candy-colored national terror alert system, using what should have been be an advanced set of data and discretionary intelligence information available. Red being the most severe warning. Orange being the next most severe status, etc. None of the attacks and virtually all of the failed attacks -since 9/11- instead occurred in the even more “safe” colors of yellow throughblue! So an absolute debacle.]So what we’ve discussed here so far in the article is that we can’t have a simple blanket ban on Muslims as it would lead to many false negatives (being gallingly suspicious when there is no need). And the complex President Bush-era terror alert system on the other hand led to a 100% error rate, before it was discontinued after utterly missing the 2015 San Bernardino attack. The most accurate terrorist screening method for émigrés would clearly reduce the level of false negatives, without being so forgiving that wicked people pass through the system. Justice in its supreme form must find balance between the two, regardless of what –if anything- is on the minds of the minority of Americans who are election-losers, turned vocal resisters.We must ground ourselves with raw mortality evidence to understand the probability theory everyone in the mainstream media is fixated on in the past few days. Roughly 0.5% of Americans are murdered in their lifetime. This is also half the rate globally. And of that 0.5%, less than 1% (so less than 0.01% of the U.S. population) will be from a terrorist attack or mass shooting. That’s what we’ve all been quarrelling over as if nothing else matters: our 0.01% probability of death. All of the other domestic murders in the U.S. are not terror or mass-shooting related, but instead usually someone gunning down their once-close neighbor in one of the large U.S. cities.Yet terrorism has larger consequences, far greater than a one-off murder, which happens far too often. It creates shock, sustained fear, and a loss of confidence. If we can’t evict the American murders, but if have a chance to reject foreign terrorists, isn’t that an opportunity we should chase? This is truly the question we must all answer, and the silent-majority of Americans agree with this according to recent national polls.On average, dozens of Americans are murdered monthly by terrorists, or mass-shootings. See what are the lifetime odds of commiting horrific terrorism against Americans in the U.S., depending on different groups about the globe:Ponder this. The 7 countries –which President Trump has forbidden immigration from- sends terrorists over at a rate of about ½% (in red), far higher than either of the two other groups (in green and blue), which of course are also not immune from breeding developing mass murders.But if we ban all people from those 7 countries, this means that for each terrorist, a couple hundred innocent people will be inconvenienced and have their rights maligned. Is that fair? Is there something they should do within their own communities to bring their terror rate down? And why are Americans so bad at catching this ½%? These are all fair questions.President Trump volleys to the extreme of banning all of these people, so we have nearly a >99% false negative rate! That’s dreadful. But of course, this also means he sports a more respectable false positive rate. Though this rate is low, it is still positive and that implies we may lose focus on terrorists, not from these 7 terror-prone countries.To some, perhaps the victims of terror, this is the right mix. Voters unmistakably opined on this in November 2016, and we need to respect their decision. But yet, a small number of others harbor a feeling that false negatives needs to be monkey-hammered down (perhaps below the level previous modern presidents had).And the best method to accomplish that is to aim for jointly reducing both false errors. This does not mean President Trump should have a complete reversal of his executive decision. But it means that his order should more comprehensively look at a wider tapestry of considerations (and a more intense level of decomposed patterns that more intelligent computers -not your normal TSA folks- can assist us with) when screening people. This means incorporating their social media, travel history, gender, age, response to societal interrogation questions, and of course factor in their religious history. This last variable needs to be a part of an accurate model, but only one of many variables, and not at all the primary criteria. Are we ready for this brave new world? Can we exercise judgment, and not simply base things off of “feelings”? Some of our closest allies, always under the glare from being within under an enemy’s missile target, have similar measures in place. And such scrutiny in vetting citizens should not only use many more sympathetic factors besides the terror history of a country, but in the end we would be looking at many more countries than 7 to start with (perhaps similar to the red countries on this Democratic-era do-not-travel-to list).
La normativa contra inmigrantes ilegales existe desde hace mucho tiempo, y ya ha metido gente en la cárcel, separándolos de sus familias. Lo que pasa es que como la promulgó Clinton los medios de comunicación la apoyaban.
- Trump se está cepillando a quien hace cualquier crítica a la ley dentro del ejercicio legítimo y responsable de su cargo, como la fiscal general que mencionábamos ayer.
La salida de Flynn del cargo es también un duro golpe para uno de los grupos dominantes del equipo de Trump: el de los ultranacionalistas. De hecho, el general retirado era, junto con el máximo asesor presidencial, Streve Bannon, y la 'mano derecha' de éste, Stephen Miller, el líder de esa facción. Ese grupo es el que llevó a la victoria a Trump. Flynn llegó al extremo de reunirse en noviembre con el líder de la ultraderecha austríaca, Heinz-Christian Strache, que ha firmado un acuerdo de coordinación con el partido Rusia Unida, al que pertenece Vladímir Putin.Pero también esa 'familia ideológica' es la que le ha lanzado al laberinto político de la Orden Ejecutiva contra los inmigrantes de siete países musulmanes, que ha sido paralizada por la Justicia. En los últimos días, Trump ha estado más cercano a sus viejos amigos de Nueva York, como el financiero de private equity Steven Schwarzmann--que no tiene cargo político--, el ex Goldman Sachs Gary Cohn, y su yerno, Jared Kushner.