Por cierto, yo quiero viviendas asequibles (ya sean en propiedad o alquiladas), pero me temo que a poco que los precios empiecen a bajar, la demanda foránea tratará de hacerse con las mejores piezas.
Pero el peak currantes afecta también a todos los países desarrollados en mayor o menor medida, así que el pretender que los pisitos si no pueden ser colocados a nuestra demanda local (especialmente jóvenes), tampoco se los acabaremos pudiendo colocar a extranjeros (o a marcianos, llegado el caso). El problema es el tiempo que emplee todo ese proceso.
Correcto, y esta es una prueba más de que el problema es global. Pero también me sirve para dar ejemplos de lo que comentaba anoche.
La solución fácil y rápida es prohibir que los extranjeros compren vivienda en España. Suena radical (y lo es), pero así se hace en otros sitios y seguro que tendrá sus ventajas e inconvenientes. Algo intermedio sería, en vez de prohibirlo, limitarlo a un número máximo de viviendas, por ejemplo.
Pero... si optamos por un modelo donde las empresas privadas sean las que construyan las viviendas, tal vez nos siga interesando que el capital extranjero invierta en el país. Pero, ¿no es una aberración que las empresas extranjeras se haga con gran parte del parque de vivienda nacional (y sobre todo del suelo urbano)? Sin embargo, si el suelo se diera en concesión (y se cobrara por ello) ya no sonaría tan aberrante... Es decir, podría intentarse que los beneficios de la construcción sean para el promotor y, los del suelo, para el estado.
Por otro lado, que la vivienda sea barata no quiere decir que automáticamente se venda. La vivienda se compra:
• Para usarla
• Para obtener una renta alquilándola
• Por expectativas de revalorización (o sea, para dar el pase)
Si no se va a usar, si los alquileres son baratos o las probabilidades de que la vivienda se quede vacía son altas, y las expectativas de revalorización no existen, pues simplemente no se compra. Porque tener una vivienda para nada es un gasto inútil.
La clave está entonces en llevar el mercado al punto donde siempre haya un porcentaje suficiente de vivienda vacía en oferta, para que solo interese comprar para vivir, o para que los alquileres sean baratos. Pero desgraciadamente esa situación es inestable: si sobra vivienda, no se construye y, si no se construye, tarde o temprano empezará a escasear. El problema es que la oferta de vivienda responde muy lento a las señales, porque se tarda mucho desde que se toma la decisión de construir hasta que está disponible.
¿Podría la promoción pública compensar esos ciclos? Tal vez, habría que pensarlo. ¿Podría evitarse que cada ciclo empiece una nueva burbuja? Seguramente, por ejemplo, cobrando las plusvalías a base de IBI, en vez de esperar a que se materialicen las ventas, actualizando el valor catastral lo más rápido posible.
Y, por supuesto, habrá ciertos sitios donde la vivienda siempre escaseará, básicamente porque no hay más espacio para construir o, simplemente, porque son sitios únicos. En esos casos, tal vez hay que asumir que los precios nunca bajarán. ¿Qué hacer entonces?
Desde el punto de vista personal, huir de ellos: ¿de verdad compensa lo que me ofrecen por el precio que piden?
Desde el punto de vista público:
• Replicarlos: ¿de verdad son tan únicos? ¿Tengo que vivir en el centro si en el barrio tengo todos los servicios? ¿Pagaría un pastizal por vivir en Madrid o Barcelona si tengo el mismo trabajo en sitios más baratos?
• Si no se pueden replicar, hacer públicos los beneficios del suelo, de nuevo vía impuestos. Que tu bisabuelo tuviera la visión (o la suerte) de comprar un terreno en primera línea de playa, ¿te da derecho a cobrar un impuesto privado a los demás?
Lo que quiero decir con esto es que ideas puede haber miles. Algunas serán muy naif y no soportarán el primer análisis. Otras, gracias a eso, se mejorarán y se harán más robustas y sofisticadas.
Las más prometedoras se pueden ir probando de forma controlada (una ciudad, una comunidad autónoma) y, si funcionan, ya las copiarán los demás.
En resumen, que no sea por falta de imaginación.
Que no nos contraargumenten diciendo que somos unos comunistas y que, si ellos no se forran, el problema de la vivienda se va a agravar.
Vamos, que quede patente que es falta de voluntad.
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