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Soy de la generación Z y he empezado mi primer trabajo: lo que más me ha chocado es el horario de 40 horasPiper Hansen se graduó esta primavera y lleva menos de un año trabajando con una jornada completa. La joven asegura que estar 8 horas trabajando es lo que más la chocó cuando empezó: afirma que es deprimente. Hansen también reconoce que los trabajadores de la generación Z, a la que ella pertenece, ven que existe la posibilidad de un estilo de vida mejor.Fortesa Latifi, Business Insider / 27 nov. 2023Piper HansenEste artículo está basado en una entrevista con Piper Hansen, una joven de 23 años que acaba de empezar su primer trabajo a jornada completa. Su empleo ha sido verificado por Business Insider. El texto ha sido editado por motivos de extensión y claridad. Trabajo en una oficina de la YMCA y estoy muy contenta con mi puesto y responsabilidades, pero es difícil no sentir que no hago nada más con mi vida. Solo llevo unos meses trabajando a tiempo completo desde que me gradué en la universidad y ya me siento muy desanimada con todo.¿Cómo lo hago para comer bien, ver a mis amigos y dedicar tiempo a mis aficiones? ¿Cómo voy a encajar toda mi vida con un horario de trabajo de 9 a 5?Suelo levantarme sobre las 7 de la mañana y estoy en el trabajo desde las 10 hasta las 7 de la tarde. Cuando llego a casa después de mi jornada, apenas tengo tiempo de pasear al perro y preparar la cena antes de que anochezca.Luego tengo que ponerme a cocinar para llevarme algo al día siguiente y asegurarme de que la cafetera está lista para hacerme el café por la mañana. Estoy en casa solo unas horas antes de prepararme para irme a la cama a las 11 de la noche.¿La vida tiene que ser así?En los últimos meses ha aumentado el debate a raíz de un vídeo viral en el que una trabajadora de la generación Z lloraba porque no le quedaba tiempo para vivir después de cumplir con las exigencias de una semana laboral de 40 horas. Algunas personas se mostraron comprensivas, afirmando que se sentían de la misma manera después de décadas de trabajar en este sistema. Pero otros no fueron tan amables.Algunos acusaron a los más jóvenes de ser blandos y de no querer afrontar que las cosas son así. Como miembro de la generación Z que está pasando por la misma transición al mundo laboral que la persona del vídeo viral, solo tengo una cosa que decir: Sabemos que es así. Pero, ¿tiene que ser así?Es realmente deprimente vivir asíEn mi caso, intento hacer planes con una amiga que vive cerca de mí, pero una de las dos siempre está agotada, o ha tenido un día duro en el trabajo, o tiene que madrugar a la mañana siguiente, o simplemente nos apetece descansar y no hacer nada.Da la sensación de que solo hay tiempo para trabajar y hacer las tareas de casa para prepararse para el siguiente día de trabajo: es una locura. No es así como se supone que debe vivir el ser humano. Y eso es lo que me gusta de la generación Z: asumimos la realidad de cómo es el mundo, pero también vemos que existe la posibilidad de algo mejor.Quizá si un número suficiente de personas relevantes se dan cuenta, podamos cambiar las cosas. Mejorar es posible.Ojalá hubiera más opciones de horarios de trabajoNi siquiera es que no me guste mi trabajo, porque me gusta. Pero tengo la sensación de que ocupa la mayor parte de mi vida. El otro día, hubo un problema en el trabajo, y un compañero se dirigió a mí y me dijo: "¿Estás preparada para los próximos 45 años de tu vida?". Se me dio la vuelta al estómago. No. No estoy preparada.Ojalá hubiera más opciones de horarios laborales que permitiesen una verdadera conciliación con la vida personal. No quiero que mis próximos 45 años sean como estos últimos meses de ir a trabajar, volver a casa, cenar, dormir y despertarme para volver a trabajar. Yo también quiero vivir mi vida.No sé si estaré el resto de mi carrera en un trabajo presencial a jornada completa. Lo que sí sé es que quiero poder tener una vida más flexible, en la que tal vez pueda ir a la oficina para una reunión por la mañana, luego comer en casa y tener algo de tiempo para hacer recados por la tarde. Quiero poder trabajar más a distancia.Veo que otras personas tienen situaciones más flexibles que les permiten viajar o disfrutar de otras cosas fuera del trabajo. Yo también quiero eso. Pero mientras tanto, intento conformarme con ver a mis amigos y desarrollar aficiones, en el poco tiempo libre que tengo.
Florin Nicolae Nistor llegó a España hace 24 años. Como otros tantos compatriotas suyos rumanos, pasó a engrosar las extensas filas de los trabajadores de la construcción en un país en plena efervescencia urbanística. Luego, llegó la crisis. El paro en el sector se disparó y muchos trabajadores simplemente cambiaron de ocupación o se vieron arrastrados a una jubilación temprana y precaria.La pequeña empresa de construcción de la que es gerente Nistor, Viseleplac, logró esquivar el hundimiento de la economía en general y de la construcción en particular, gracias a las reformas de oficinas, pero ya nada volvió a ser igual. El lento recuperar de la construcción, que volvió a funcionar a pleno motor a finales de la pasada década, no se vio correspondida con una renovación de la mano de obra y la situación está empezando a ser un importante lastre."En el sector ahora hay mucho trabajo pero no hay gente, no hay oficiales, no hay albañiles, no encuentras a gente formada", se lamenta Nistor, cuya empresa está reformando dos chalets al año y "pequeñas chapuzas", cuándo él calcula que podría hacer el doble de trabajo si pudiera encontrar trabajadores cualificados. "Ahora hay mucha demanda pero hay mucho pistolero, gente que coge la obra pero luego ya… Yo también podría coger cuatro chalets al año, pero para cogerlos y luego no acabarlos o ni hacerlos en el plazo y que vengan los problemas, no lo hago".La falta endémica de mano de obra, desde los puestos más cualificados a los de peón, está dificultando la construcción en España desde hace años, pero el repunte de actividad impulsado por los fondos europeos está llevando al sector al límite. Los plazos se están alargando y hasta alguna licitación se ha quedado desierta. Un 49% de empresas del sector señalan la escasez de trabajadores como factor limitante de su actividad, según la Encuesta sobre la Actividad Empresarial (EBAE) del Banco de España, correspondiente al cuarto trimestre de 2022, nueve puntos más que el año anterior.La mano de obra extranjera ha servido para suplir la casi absoluta ausencia de trabajadores de la construcción nacidos en España después de la escabechina de 2008. Sin embargo, según asegura Nistor, en cuya empresa todos los albañiles son rumanos, muchos de sus compatriotas están regresando a su país debido a la mejora de las condiciones laborales en Rumanía. "También hay gente de Sudamérica, pero el problema es que no tienen documentación, hay alguno que vale y otros que no, pero no hay papeles y no le puedes dar de alta ni nada y españoles. Pocos o ninguno".Se buscan jefes de obraCorrían los primeros 2000, la construcción trabajaba a todo motor a lo largo y ancho del país y a los aparejadores -posteriormente conocidos como arquitectos técnicos- se les acumulaban las entrevistas de trabajo con sueldos mareantes nada más salir de la facultad. Víctor Sardá ya era entonces profesor de la carrera de arquitectura técnica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y recuerda como la fiesta terminó en 2008."Nuestra carrera, que antes se llamaba aparejador, luego se llamó arquitectura técnica y ahora se llama grado en edificación, no es mayoritariamente vocacional", asegura Sardá, subdirector de Relaciones Institucionales de la Escuela Técnica Superior de Edificación de la UPM. "Está vinculado al mercado. Si hay buenas líneas profesionales en las cuales hay buen trabajo, te pagan bien y hay bienestar profesional, se meten. Y si no lo hay, pues no se meten. La gente, a partir de 2008, se enteró de que en lo nuestro, no había una salida profesional, porque estábamos en una crisis inmobiliaria, entonces, dejó de entrar y así estuvimos hasta 2022, que empieza a subir otra vez", relata Sardá.De aquellos barros estos lodos. El repunte del sector de la construcción, como se ha dicho, está ahora chocando con una carencia de aparejadores que puedan ejercer como jefes de obras. Una cuestión que estaría en vías de solucionarse -los niveles de matriculación en el grado ya son similares a las de antes de la crisis, pero se requiere una media de cinco años en completar la formación- si no fuera porque la obra también está perdiendo atractivo para los jóvenes estudiantes de edificación."Aparte de que cada vez son menos, el efecto colateral es que también son menos los que quieren trabajar en obra, la gente quiere trabajar en promotoras y consultoras inmobiliarias", explica Sardá. "El estudiante piensa que se paga poco, que las condiciones de trabajo son peores, que prefieren estar calentitos con la calefacción en la oficina que pasando frío en la obra".Para las empresas, esto se está traduciendo en verdaderos quebraderos de cabeza para poder contar con trabajadores cualificados esenciales para poder llevar a cabo cualquier tipo de obra. "Nos cuesta muchísimo encontrar a personas cualificadas que estén en búsqueda de trabajo porque, claro, ahora mismo lo que haces casi es robar a una empresa, a un competidor", declara Yedra Martínez, directora del departamento de obras de la constructora Ubicca. "Ahora estamos cubriendo gracias a gente que viene de otros países, si no, nos sería imposible".Esta competencia entre empresas por unos pocos trabajadores cualificados está haciendo que los sueldos suban como la espuma. De acuerdo al Informe de Tendencias Salariales para 2022 elaborado por Randstad, para perfiles de una a cuatro años de experiencia en este sector, los salarios de los jefes de obra -que cubren arquitectos técnicos- se ubican entre los 30.000 y 40.000 euros en Madrid y entre 25.000 y 30.000 euros en Barcelona. Con más años de experiencia, los sueldos pueden llegar hasta los 55.000 euros anuales."Lo que nos pasa mucho", -explica Martínez, que también es arquitecta técnica de formación- "es que viene alguien, pero, a los seis meses, le ofrecen más y aquí la gente se mueve por dinero y entonces dicen: 'Aquí me ofrecen más, me ponen coche de empresa y me pagan dietas… Pues me voy'"."En esto no se puede teletrabajar"Tras los días en los que literalmente toda la actividad económica del país estuvo parada en el confinamiento, una de las primeras actividades que volvieron a funcionar fue la construcción. Mientras millones de españoles estaban en sus viviendas (habituales o segundas), las cuadrillas de albañiles se pusieron manos a la obra, a tirar muros y a cambiar ventanas, a dejar, en definitiva, todo listo para cuando el mundo volviera a la normalidad.Esa ininterrumpida actividad vio como el trabajo se multiplicaba pocos meses después, cuando la Unión Europea asumió una deuda millonaria que envió a sus cuatro esquinas para tratar de revitalizar una economía que seguía en ralentí. La mayoría de los famosos fondos Next Generation afectaban de una forma u otra al sector de la construcción y, en ese punto, se evidenció que no había capacidad para asumir tanto trabajo."Falta mano de obra, pero, ya no solo de ingeniero, de jefe de obra o administrativo, que también, estamos hablando de ocupaciones ya de lo que son los oficios", explica Sergio Estela, secretario del sector de construcción del sindicato UGT. "Estamos hablando de albañiles, de peones, encofradores, electricistas, fontaneros, pintores, operadores de maquinaria de movimientos, que son los gruistas y similares... De todos los oficios hacen falta trabajadores y trabajadoras".La problemática de falta de mano de obra no es específica de la construcción, pero las causas, al contrario de otros sectores como la hostelería, no se pueden buscar en los bajos salarios. Al menos así lo defiende el sindicalista Estela, que ha participado en la negociación del séptimo convenio sectorial de la Construcción, que entró en vigor en septiembre y que califica como “rompedor en cuanto a mejoras”.Igual que entre los arquitectos técnicos, también los puestos de las escalas salariales más bajas de la construcción han visto como los sueldos subían en los últimos años por la demanda no resuelta de mano de obra. Un peón, según calcula Estela, puede cobrar entre 18.000 y 19.000 euros mensuales, muy por encima de los 15.120 euros del salario mínimo interprofesional."Al final, no es un problema de España, es un problema de toda Europa Occidental, la sociedad está cambiando y la gente que está ahora en formación en la universidad, en formación profesional, ya tiene otras ideas de lo que significa el trabajo", declara Estela. "A ver si con un poco de formación y, sobre todo, ir a los colegios, institutos, para explicar que el sector de la construcción es un sector moderno, que cada vez es más sostenible,que innova en cuanto a materiales, en cuanto a formas de construir, en todo. Y, bueno, poco a poco, a ver si podemos cambiar la percepción que se tiene de nosotros".- Pero, por mucho que mejoren las condiciones, la construcción siempre será un trabajo duro.- "Hombre, al final, es un trabajo duro, evidentemente, sí. Es un trabajo físico. Un albañil se tiene que subir a un andamio y, si hace calor, va a pasar calor, y si hace frío, va a pasar frío. Cada vez hay más medios, pero el que tiene que poner un ladrillo o que tiene que extender hormigón, tendrá que hacer su trabajo físico, que no va a estar sentado en una silla haciéndolo. En esto no se puede teletrabajar".
Pay them more.
Cita de: Benzino Napaloni en Diciembre 01, 2023, 10:17:58 amPay them more. Hay algo más que se puede leer entre líneas: no es sólo el dinero, son las condiciones y las expectativas. Hay una desafección total respecto a la sociedad y a la empresa. Y eso se deberá a algo, y no sólo a las condiciones. Yo creo que los estudios no preparan a los chavales para el mundo real, y eso a su vez viene a que las familias tampoco les preparan para la vida (en todos los sentidos). Yano se les dice aquello de "estudia, que en el futuro estarás mejor". Y eso es en gran parte porque no pueden, tienen que estar malviviendo en curros eternos ambos padres para pagar la hipoteca o el alquiler sobrevalorado. No pueden ni siquiera ser un ejemplo para poder decir que estudien. Los adolescentes de ahora viven en un mundo virtualizado absolutamente aparte de los adultos con unos valores totalmente ajenos. No es de extrañar que haya una fricción insalvable cuando inevitablemente llegua la vida adulta y los padres dejan de proveer. Recuerdo cuando mucha gente llegaba a la adultez con una educación sexual nula que acababa provocando no pocos embarazos de "penalty" y un montón de otros problemas derivados de la ignorancia. Ahora yo tengo la impresión de que pasa lo mismo con las responsabilidades cotidianas. No hay una preparación ni un diálogo previo.Eso cuando no son los propios padres los que sabotean activamente la independencia de sus propios hijos, sobreprotegiéndolos hasta extremos ridículos. A mí me sigue pareciendo llamativo que con 8-9 años yo fuese sólo caminando a la escuela y ahora se plantee como poco menos que abandono por parte de los padres si no les llevan en cochecito hasta la puerta de la escuela a 300m de casa con 13 años, no sea que los secuestre, extorsione, les de drogas y viole (en ese orden) un perro gitano albano-kosovar pederasta.En resumen, el salario tiene algo que ver, pero no todo. La falta de educación (y por tanto de valores) es otro factor muy a tener en cuenta. Y esto está provocado por la precariedad de los padres, en buena parte por la vivienda. Este problema no va a arreglarse sólo con dinero.
Cita de: pollo en Diciembre 01, 2023, 12:01:55 pmCita de: Benzino Napaloni en Diciembre 01, 2023, 10:17:58 amPay them more. Hay algo más que se puede leer entre líneas: no es sólo el dinero, son las condiciones y las expectativas. Hay una desafección total respecto a la sociedad y a la empresa. Y eso se deberá a algo, y no sólo a las condiciones. Yo creo que los estudios no preparan a los chavales para el mundo real, y eso a su vez viene a que las familias tampoco les preparan para la vida (en todos los sentidos). Yano se les dice aquello de "estudia, que en el futuro estarás mejor". Y eso es en gran parte porque no pueden, tienen que estar malviviendo en curros eternos ambos padres para pagar la hipoteca o el alquiler sobrevalorado. No pueden ni siquiera ser un ejemplo para poder decir que estudien. Los adolescentes de ahora viven en un mundo virtualizado absolutamente aparte de los adultos con unos valores totalmente ajenos. No es de extrañar que haya una fricción insalvable cuando inevitablemente llegua la vida adulta y los padres dejan de proveer. Recuerdo cuando mucha gente llegaba a la adultez con una educación sexual nula que acababa provocando no pocos embarazos de "penalty" y un montón de otros problemas derivados de la ignorancia. Ahora yo tengo la impresión de que pasa lo mismo con las responsabilidades cotidianas. No hay una preparación ni un diálogo previo.Eso cuando no son los propios padres los que sabotean activamente la independencia de sus propios hijos, sobreprotegiéndolos hasta extremos ridículos. A mí me sigue pareciendo llamativo que con 8-9 años yo fuese sólo caminando a la escuela y ahora se plantee como poco menos que abandono por parte de los padres si no les llevan en cochecito hasta la puerta de la escuela a 300m de casa con 13 años, no sea que los secuestre, extorsione, les de drogas y viole (en ese orden) un perro gitano albano-kosovar pederasta.En resumen, el salario tiene algo que ver, pero no todo. La falta de educación (y por tanto de valores) es otro factor muy a tener en cuenta. Y esto está provocado por la precariedad de los padres, en buena parte por la vivienda. Este problema no va a arreglarse sólo con dinero.Claro, lo del dinero era también un decir.También ha influido mucho el deterioro de las relaciones laborales. A veces, lamentablemente, hay que despedir por motivos económicos. Pero cuando es vox populi que el director de turno ha metido el pezuño hasta el fondo -llegando no pocas veces a mantener contrataciones en un momento en el que el hachazo ya estaba cercano-, ha contribuido mucho a esa desafección. Vale que un currito no va a heredar la empresa, pero cuando trabajar bien no te garantiza seguir, ¿para qué hacer un sobreesfuerzo? Se cae el bolígrafo a la hora, y si bien no vas a evitar que te larguen cuando el mandamás tenga a bien, al menos no te has comido un sofocón continuo mientras tanto.En cuanto a la sobreprotección, creo que muchos conocemos el clásico:- ¡Niño, deja de ver tanta tele que te vas a quedar tonto!Y a los diez minutos,- ¡Niño, ponte la tele y déjame tranquilo!Cambien la tele por la consola, los videojuegos, el móvil, la tablet... El resultado es el mismo. Metan ahí también la maraña de extraescolares que al final suelen funcionar sólo como chiquipark para el niño.Y tantas otras cuestiones de barra de bar que esta vez no se quedan ahí simplemente porque se acabó el tensar la cuerda. Se puede repetir -hasta la pesadez- y decirlo más alto pero no más claro: o se repone un equilibrio social por las buenas, o iremos a un crac por las malas similar a la Peste Negra. Solo que esta vez sin necesidad de una plaga mortal externa, el castrado y el exterminio ya lo hemos provocado nosotros solitos hundiendo la natalidad.