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Parece que el Popularcapitalismo está empezando a poner al teletrabajo en el punto de mira:Los ejpertos dicen...Citar¿Cómo afecta al mercado laboral?Primeras evidencias sobre el teletrabajo: dificulta los ascensos y las subidas de sueldoCuatro años después del inicio de la pandemia ya existen datos suficientes para analizar cómo está transformando el mercado laboral... con amenazas inesperadas para los empleadoshttps://www.elconfidencial.com/economia/2024-02-25/evidencias-teletrabajo-dificulta-ascensos-mejora-de-sueldo_3836782/Palabra clave: amenazas.
¿Cómo afecta al mercado laboral?Primeras evidencias sobre el teletrabajo: dificulta los ascensos y las subidas de sueldoCuatro años después del inicio de la pandemia ya existen datos suficientes para analizar cómo está transformando el mercado laboral... con amenazas inesperadas para los empleadoshttps://www.elconfidencial.com/economia/2024-02-25/evidencias-teletrabajo-dificulta-ascensos-mejora-de-sueldo_3836782/
Cita de: copo en Febrero 23, 2024, 12:31:12 pmSi me permite.No entiendo que relación tiene la burbuja, con el incendio de Valencia y mucho menos con Ucrania o Rusia. Como tampoco su punto de vista respecto a las dudas razonables que tiene la UE respecto a Rusia. Entiendo que todo se vería más claro si fuéramos vecinos de la Federación Rusa.Saludos y gracias por sus aportes.La burbuja y el incendio los veo claramente relacionados. Durante la fiebre de la construcción todo valía. Se hacían las obras deprisa y corriendo porque había que ir rápido a la siguiente obra. Por Valdecarros hubo quien acabó pidiendo al vecino de arriba que no usase el retrete porque se atascaba la cañería y le acababa cayendo el agua fecal encima, literalmente. Otros encontraron los cables de la conducción eléctrica al lado de la del gas. No ha habido más tragedias porque Dios no quiso, porque se tentó a la suerte y de narices.El edificio en cuestión. Ahora se descubre que el revestimiento de aluminio que se vendía como algo de lujo ocultaba una capa de polietileno que ya se ha visto lo que ha provocado. Un incendio no se propaga catorce plantas tan rápido a menos que haya un acelerante. ¡Y se vendían algunas unidades de ese edificio a 6000 euros el m2 en tiempos de la burbuja!La calidad de lo construido desde los 2000 en adelante es, cuanto menos, para revisar. A colación de lo que ha traído Zugzwang, aquí también vamos a descubrir que hay a saber cuántas viviendas que valen cero porque necesitan reformas estructurales importantes. Y tenemos el asunto de la certificación energética también. ¿Cuánto costará todo eso?
Si me permite.No entiendo que relación tiene la burbuja, con el incendio de Valencia y mucho menos con Ucrania o Rusia. Como tampoco su punto de vista respecto a las dudas razonables que tiene la UE respecto a Rusia. Entiendo que todo se vería más claro si fuéramos vecinos de la Federación Rusa.Saludos y gracias por sus aportes.
Creo que es importante desovillar un poco todos estos factores para no caer en conversaciones de barra de bar y centrar un poco más los temas en discusión.
Creo que la política ha sido mirar para el costado esperando que estos incidentes no se produjeran, aún a sabiendas de que un incidente como el ocurrido significa unas consecuencias completamente desproporcionadas, tanto materiales como humanas. Al final, no quedará otra solución que peritar todas las fachadas de este tipo construídas en los últimos 30 años y reemplazar todas aquellas que presenten estos riesgos, que pueden ser fácilmente el 30 o 40% de todas las realizadas. El agujero económico no sólo es monstruoso, sino que producirá una avalancha de litigios porque el deslinde de quién es responsable fiduciario producirá guerras jurídicas de alcance inimaginable, porque el problema, para las administraciones, esta visto que no es que una cantidad de gente lo pierda todo -incluídas sus vidas- en un instante, sino que hasta que el problema no esté solucionado, el valor venial de esos tesoritos es cero patatero: son invendibles ni con grandes descuentos salvo sea en bloque, porque la solución a una fachada completa no es competencia de cada propietario individual.Tal vez el malo nos pueda ilustrar con más propiedad, pero tengo entendido que en el Reino Unido, luego de que en 2019 se legislara sobre el tema de estas fachadas, hay muchísima gente con su tesorito en coma inmobiliario, ya que incluso muchas aseguradoras se niegan a involucrarse con estas propiedades, o lo hacen con primas exorbitantes.Esto es un caso que afecta directamente al corazón del ladrillerismo, y no me extrañaría en absoluto -es más, casi que lo doy por descartado- que al final la solución estará a cargo del contribuyente, ya que el dinero público no es de nadie, y que todos pagaremos ese descosido ladrillil como venimos haciéndolo desde hace varias décadas.
Cita de: Benzino Napaloni en Febrero 23, 2024, 12:42:22 pmCita de: copo en Febrero 23, 2024, 12:31:12 pmSi me permite.No entiendo que relación tiene la burbuja, con el incendio de Valencia y mucho menos con Ucrania o Rusia. Como tampoco su punto de vista respecto a las dudas razonables que tiene la UE respecto a Rusia. Entiendo que todo se vería más claro si fuéramos vecinos de la Federación Rusa.Saludos y gracias por sus aportes.La burbuja y el incendio los veo claramente relacionados. Durante la fiebre de la construcción todo valía. Se hacían las obras deprisa y corriendo porque había que ir rápido a la siguiente obra. Por Valdecarros hubo quien acabó pidiendo al vecino de arriba que no usase el retrete porque se atascaba la cañería y le acababa cayendo el agua fecal encima, literalmente. Otros encontraron los cables de la conducción eléctrica al lado de la del gas. No ha habido más tragedias porque Dios no quiso, porque se tentó a la suerte y de narices.(...)Tu argumento tiene una parte de verdad, pero confunde correlación con causación, y además mezcla indebidamente cuestiones puramente tecnológicas con otras normativas y otras ideológicas. Creo que es importante desovillar un poco todos estos factores para no caer en conversaciones de barra de bar y centrar un poco más los temas en discusión.Esos revestimientos se han usado en todo el mundo -todo el mundo es literalmente todo el mundo- en lugares con burbuja inmobiliaria o sin ella, porque es una solución constructiva de fachadas que comenzó a utilizarse desde los´90. La elección de estos sistemas no tiene nada que ver con burbujas inmobiliarias ni con la calidad general de construcción de un edificio. Tampoco hace la obra más rápida ni más barata que otras opciones constructivas -por el contrario, estos sistemas son más caros que las fachadas tradicionales-; y el tiempo de obra de un edificio con este tipo de fachadas es aproximadamente el mismo que con otras soluciones.(...)Esto es un caso que afecta directamente al corazón del ladrillerismo, y no me extrañaría en absoluto -es más, casi que lo doy por descartado- que al final la solución estará a cargo del contribuyente, ya que el dinero público no es de nadie, y que todos pagaremos ese descosido ladrillil como venimos haciéndolo desde hace varias décadas.
Cita de: copo en Febrero 23, 2024, 12:31:12 pmSi me permite.No entiendo que relación tiene la burbuja, con el incendio de Valencia y mucho menos con Ucrania o Rusia. Como tampoco su punto de vista respecto a las dudas razonables que tiene la UE respecto a Rusia. Entiendo que todo se vería más claro si fuéramos vecinos de la Federación Rusa.Saludos y gracias por sus aportes.La burbuja y el incendio los veo claramente relacionados. Durante la fiebre de la construcción todo valía. Se hacían las obras deprisa y corriendo porque había que ir rápido a la siguiente obra. Por Valdecarros hubo quien acabó pidiendo al vecino de arriba que no usase el retrete porque se atascaba la cañería y le acababa cayendo el agua fecal encima, literalmente. Otros encontraron los cables de la conducción eléctrica al lado de la del gas. No ha habido más tragedias porque Dios no quiso, porque se tentó a la suerte y de narices.(...)
Cita de: BENDITALIQUIDEZ en Febrero 24, 2024, 22:38:14 pmCita de: Negrule en Febrero 24, 2024, 15:31:34 pmUcrania pierde la guerraNegociar una paz con concesiones territoriales a Rusia parece la única manera de acabar con la matanza. Cuanto más tarden en reconocerlo, peor será.El primer capítulo del opúsculo que compuse para CTXT el mismo día de la invasión de Ucrania, hace dos años, se titulaba “Hacia una quiebra en Rusia”. En él abundaba en las contradicciones del régimen autocrático ruso. Sin negar la importancia futura de esas contradicciones, la realidad es que dos años después, Rusia, su régimen y su economía, presentan una solidez evidente y que hoy el capítulo se titularía “Hacia una quiebra en Ucrania”. Menciono ese error del año 1 como advertencia sobre los que puedan deslizarse en mi actual apreciación del año 3. No hay nada más imprevisible y cambiante que la guerra. El recién depuesto jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhny, definió en diciembre la situación en el frente como “estancada”. No me parece real. La realidad es que los rusos tienen la iniciativa militar y están completando y ordenando poco a poco la línea de frente. La toma de Avdiivka, el pasado fin de semana, es considerada importante por los expertos militares rusos y occidentales y, entre otras cosas, aleja la capacidad ucraniana de bombardear la ciudad de Donetsk con artillería que cada semana se cobra vidas de civiles, aunque aquí no se informe de ello. Si bien hasta ahora la táctica rusa ha sido más de desgaste del adversario que ofensiva, no hay que descartar movimientos ofensivos hacia Jarkov y Odesa.Estados Unidos y la Unión Europea ya han gastado más de 200.000 millones de dólares en la guerra. En diciembre, Zaluzhny pidió al secretario de Defensa americano otros 350.000 o 400.000 millones para conseguir la “victoria”. Eso no parece tener ningún futuro.El hecho es que la ayuda occidental en armas, munición y dinero está menguando y parece que lo hará aún más. Incluso si prosperara el paquete de 60.000 millones de dólares para Ucrania atascado en el Congreso de Estados Unidos, es evidente que la próxima administración, sea demócrata o trumpista, cerrará el grifo y le pasará el muerto a la Unión Europea, mientras ellos se concentran en Israel, Irán y China. De esa forma, si la guerra termina en desastre para Ucrania, Washington (con los países del Este de Europa haciendo coro) podrá echarle la culpa a Alemania por ayudar de forma insuficiente a Kíev. En cualquier caso, el futuro de Ucrania se decidirá en Washington y Moscú. Y desde luego, no en Berlín o Bruselas.En el invierno de 2022, la invasión rusa fortaleció la consolidación nacional ucraniana vinculada a la victoria contra el invasor. Ahora esa victoria es mucho más incierta, lo que se está reflejando en la moral. Las encuestas disponibles sugieren que el deseo de victoria sigue siendo alto, pero que cada vez hay menos disposición a morir por ella, como dejan patente las dificultades de reclutamiento. Es natural que así sea, teniendo en cuenta que ha habido una carnicería espantosa, con centenares de miles de muertos, heridos y amputados (también del lado ruso, pero la diferencia poblacional actúa a favor de Moscú), la escasez de conscriptos, la perspectiva de más derrotas en el frente y la disminución de la ayuda occidental.La tendencia hacia la derrota contribuye, lógicamente, a acentuar las divisiones y los ajustes de cuentas en Kíev. El sobrado exconsejero de Zelensky, Aleksei Arestovich, cuyas críticas eran cada vez más frontales, ha fijado su residencia en Suiza. El cese del general Zaluzhny, seguramente el personaje más popular en Ucrania, ha erosionado el prestigio de Zelensky. A las veinticuatro horas de conocerse, el apoyo al presidente había caído un 5%. Según una encuesta de esta semana, citada por el sociólogo Volodimir Ishchenko, el 43% de los ucranianos (en la zona bajo control del gobierno) no quieren que Zelensky se presente para un segundo mandato.El prestigio de Zelensky se sostiene sobre su objetivo de “victoria total”, es decir, la expulsión del invasor ruso de todo el territorio ocupado y anexionado a la Federación Rusa, Crimea incluida. Al parecer también la Unión Europea, por lo menos de boquilla, apoya tal objetivo (en Estados Unidos, mucho menos), cuya imposibilidad se hace cada vez más evidente. En esa situación, negociar una paz con concesiones territoriales a Rusia y neutralidad para Ucrania parece la única manera de acabar con esta matanza. En su guerra de invierno contra la URSS, Finlandia perdió el 11% de su territorio nacional, gracias a lo cual se alejó la frontera de Leningrado y pudo mantenerse la dramática defensa de la ciudad tras la invasión alemana de 1941. Después de la guerra, Finlandia convivió con la URSS con un estatuto neutral que no le fue nada mal. El problema es que hoy nadie se atreve a decir en Kíev (ni desde luego entre los expertos de la lamentable Unión Europea) que un arreglo con Rusia que mantenga el 80% del territorio nacional ucraniano, con garantías de seguridad y compromiso de neutralidad, podría considerarse perfectamente una victoria para Ucrania. La tesis de los políticos europeos y sus expertos es el mantra de que “si Putin gana en Ucrania, luego se meterá con el Báltico, Polonia, o Moldavia”, pese a que la propia campaña ucraniana y las dificultades que Rusia ha encontrado en ella son el mejor desmentido. Tal como están las cosas, admitir un arreglo como el mencionado supondría el fin de Zelensky y, quizás, la entrada en escena de algún militar realista de prestigio. El ambiente de tensión y rivalidad entre Zelensky y Zaluzhny podría estar relacionado con eso. En cualquier caso, cuanto más tarde Kíev en reconocer la posibilidad de un acuerdo de ese tipo con cesión de territorios, peor será su posición negociadora y la de sus padrinos occidentales. Durante años, no pocos expertos y políticos ucranianos del área etnonacionalista afirmaron que Ucrania solo podría ser un “país de verdad” el día que los rusofilos del este y del sur se fueran del país. La anexión rusa, y la terrible matanza desencadenada, hacen posible ahora ese escenario. Un pronóstico del año pasado que me sigue pareciendo válido es el de que “Ucrania pierde la guerra, pero Rusia no la gana”, porque es muy posible que la anexión de los nuevos territorios a la Federación Rusa no sea estable. Lo que quede de Ucrania se encargará de organizar la inestabilidad en esos territorios ocupados con la ayuda de la OTAN, obligando a establecer en ellos administraciones policiales y “antiterroristas” rusas con la panoplia habitual de violencia, atentados, tortura y desaparecidos. Depende del cómo, se creará un gran terreno para desarrollar los atentados, ataques y asesinatos personales de los servicios secretos ucranianos con ayuda occidental, en especial británica, contra personalidades rusas y “colaboracionistas” (periodistas como Daria Dúguina y Vladlen Tatarski, y diputados como Ilia Kiva, entre muchos otros), tanto en esos nuevos territorios incorporados como en el conjunto de Rusia. Todo eso podría endurecer sobremanera el clima político interno en el país y convertir una situación más o menos congelada en un cáncer para Rusia.https://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45663/Rafael-Poch-guerra-ucrania-Kiev-Rusia-EEUU-UE-matanza.htm?utm_campaign=twitterMira, Sudden, aquí se explica lo que son los "caprichos" occidentales que el otro día me decías que no sabías qué eran.Propaganda. Si pagas a la mafia no hay problemas. Ya, claro.Ya podríais traer mejor material que ese. Vaya basura intelectual.
Cita de: Negrule en Febrero 24, 2024, 15:31:34 pmUcrania pierde la guerraNegociar una paz con concesiones territoriales a Rusia parece la única manera de acabar con la matanza. Cuanto más tarden en reconocerlo, peor será.El primer capítulo del opúsculo que compuse para CTXT el mismo día de la invasión de Ucrania, hace dos años, se titulaba “Hacia una quiebra en Rusia”. En él abundaba en las contradicciones del régimen autocrático ruso. Sin negar la importancia futura de esas contradicciones, la realidad es que dos años después, Rusia, su régimen y su economía, presentan una solidez evidente y que hoy el capítulo se titularía “Hacia una quiebra en Ucrania”. Menciono ese error del año 1 como advertencia sobre los que puedan deslizarse en mi actual apreciación del año 3. No hay nada más imprevisible y cambiante que la guerra. El recién depuesto jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhny, definió en diciembre la situación en el frente como “estancada”. No me parece real. La realidad es que los rusos tienen la iniciativa militar y están completando y ordenando poco a poco la línea de frente. La toma de Avdiivka, el pasado fin de semana, es considerada importante por los expertos militares rusos y occidentales y, entre otras cosas, aleja la capacidad ucraniana de bombardear la ciudad de Donetsk con artillería que cada semana se cobra vidas de civiles, aunque aquí no se informe de ello. Si bien hasta ahora la táctica rusa ha sido más de desgaste del adversario que ofensiva, no hay que descartar movimientos ofensivos hacia Jarkov y Odesa.Estados Unidos y la Unión Europea ya han gastado más de 200.000 millones de dólares en la guerra. En diciembre, Zaluzhny pidió al secretario de Defensa americano otros 350.000 o 400.000 millones para conseguir la “victoria”. Eso no parece tener ningún futuro.El hecho es que la ayuda occidental en armas, munición y dinero está menguando y parece que lo hará aún más. Incluso si prosperara el paquete de 60.000 millones de dólares para Ucrania atascado en el Congreso de Estados Unidos, es evidente que la próxima administración, sea demócrata o trumpista, cerrará el grifo y le pasará el muerto a la Unión Europea, mientras ellos se concentran en Israel, Irán y China. De esa forma, si la guerra termina en desastre para Ucrania, Washington (con los países del Este de Europa haciendo coro) podrá echarle la culpa a Alemania por ayudar de forma insuficiente a Kíev. En cualquier caso, el futuro de Ucrania se decidirá en Washington y Moscú. Y desde luego, no en Berlín o Bruselas.En el invierno de 2022, la invasión rusa fortaleció la consolidación nacional ucraniana vinculada a la victoria contra el invasor. Ahora esa victoria es mucho más incierta, lo que se está reflejando en la moral. Las encuestas disponibles sugieren que el deseo de victoria sigue siendo alto, pero que cada vez hay menos disposición a morir por ella, como dejan patente las dificultades de reclutamiento. Es natural que así sea, teniendo en cuenta que ha habido una carnicería espantosa, con centenares de miles de muertos, heridos y amputados (también del lado ruso, pero la diferencia poblacional actúa a favor de Moscú), la escasez de conscriptos, la perspectiva de más derrotas en el frente y la disminución de la ayuda occidental.La tendencia hacia la derrota contribuye, lógicamente, a acentuar las divisiones y los ajustes de cuentas en Kíev. El sobrado exconsejero de Zelensky, Aleksei Arestovich, cuyas críticas eran cada vez más frontales, ha fijado su residencia en Suiza. El cese del general Zaluzhny, seguramente el personaje más popular en Ucrania, ha erosionado el prestigio de Zelensky. A las veinticuatro horas de conocerse, el apoyo al presidente había caído un 5%. Según una encuesta de esta semana, citada por el sociólogo Volodimir Ishchenko, el 43% de los ucranianos (en la zona bajo control del gobierno) no quieren que Zelensky se presente para un segundo mandato.El prestigio de Zelensky se sostiene sobre su objetivo de “victoria total”, es decir, la expulsión del invasor ruso de todo el territorio ocupado y anexionado a la Federación Rusa, Crimea incluida. Al parecer también la Unión Europea, por lo menos de boquilla, apoya tal objetivo (en Estados Unidos, mucho menos), cuya imposibilidad se hace cada vez más evidente. En esa situación, negociar una paz con concesiones territoriales a Rusia y neutralidad para Ucrania parece la única manera de acabar con esta matanza. En su guerra de invierno contra la URSS, Finlandia perdió el 11% de su territorio nacional, gracias a lo cual se alejó la frontera de Leningrado y pudo mantenerse la dramática defensa de la ciudad tras la invasión alemana de 1941. Después de la guerra, Finlandia convivió con la URSS con un estatuto neutral que no le fue nada mal. El problema es que hoy nadie se atreve a decir en Kíev (ni desde luego entre los expertos de la lamentable Unión Europea) que un arreglo con Rusia que mantenga el 80% del territorio nacional ucraniano, con garantías de seguridad y compromiso de neutralidad, podría considerarse perfectamente una victoria para Ucrania. La tesis de los políticos europeos y sus expertos es el mantra de que “si Putin gana en Ucrania, luego se meterá con el Báltico, Polonia, o Moldavia”, pese a que la propia campaña ucraniana y las dificultades que Rusia ha encontrado en ella son el mejor desmentido. Tal como están las cosas, admitir un arreglo como el mencionado supondría el fin de Zelensky y, quizás, la entrada en escena de algún militar realista de prestigio. El ambiente de tensión y rivalidad entre Zelensky y Zaluzhny podría estar relacionado con eso. En cualquier caso, cuanto más tarde Kíev en reconocer la posibilidad de un acuerdo de ese tipo con cesión de territorios, peor será su posición negociadora y la de sus padrinos occidentales. Durante años, no pocos expertos y políticos ucranianos del área etnonacionalista afirmaron que Ucrania solo podría ser un “país de verdad” el día que los rusofilos del este y del sur se fueran del país. La anexión rusa, y la terrible matanza desencadenada, hacen posible ahora ese escenario. Un pronóstico del año pasado que me sigue pareciendo válido es el de que “Ucrania pierde la guerra, pero Rusia no la gana”, porque es muy posible que la anexión de los nuevos territorios a la Federación Rusa no sea estable. Lo que quede de Ucrania se encargará de organizar la inestabilidad en esos territorios ocupados con la ayuda de la OTAN, obligando a establecer en ellos administraciones policiales y “antiterroristas” rusas con la panoplia habitual de violencia, atentados, tortura y desaparecidos. Depende del cómo, se creará un gran terreno para desarrollar los atentados, ataques y asesinatos personales de los servicios secretos ucranianos con ayuda occidental, en especial británica, contra personalidades rusas y “colaboracionistas” (periodistas como Daria Dúguina y Vladlen Tatarski, y diputados como Ilia Kiva, entre muchos otros), tanto en esos nuevos territorios incorporados como en el conjunto de Rusia. Todo eso podría endurecer sobremanera el clima político interno en el país y convertir una situación más o menos congelada en un cáncer para Rusia.https://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45663/Rafael-Poch-guerra-ucrania-Kiev-Rusia-EEUU-UE-matanza.htm?utm_campaign=twitterMira, Sudden, aquí se explica lo que son los "caprichos" occidentales que el otro día me decías que no sabías qué eran.
Ucrania pierde la guerraNegociar una paz con concesiones territoriales a Rusia parece la única manera de acabar con la matanza. Cuanto más tarden en reconocerlo, peor será.El primer capítulo del opúsculo que compuse para CTXT el mismo día de la invasión de Ucrania, hace dos años, se titulaba “Hacia una quiebra en Rusia”. En él abundaba en las contradicciones del régimen autocrático ruso. Sin negar la importancia futura de esas contradicciones, la realidad es que dos años después, Rusia, su régimen y su economía, presentan una solidez evidente y que hoy el capítulo se titularía “Hacia una quiebra en Ucrania”. Menciono ese error del año 1 como advertencia sobre los que puedan deslizarse en mi actual apreciación del año 3. No hay nada más imprevisible y cambiante que la guerra. El recién depuesto jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhny, definió en diciembre la situación en el frente como “estancada”. No me parece real. La realidad es que los rusos tienen la iniciativa militar y están completando y ordenando poco a poco la línea de frente. La toma de Avdiivka, el pasado fin de semana, es considerada importante por los expertos militares rusos y occidentales y, entre otras cosas, aleja la capacidad ucraniana de bombardear la ciudad de Donetsk con artillería que cada semana se cobra vidas de civiles, aunque aquí no se informe de ello. Si bien hasta ahora la táctica rusa ha sido más de desgaste del adversario que ofensiva, no hay que descartar movimientos ofensivos hacia Jarkov y Odesa.Estados Unidos y la Unión Europea ya han gastado más de 200.000 millones de dólares en la guerra. En diciembre, Zaluzhny pidió al secretario de Defensa americano otros 350.000 o 400.000 millones para conseguir la “victoria”. Eso no parece tener ningún futuro.El hecho es que la ayuda occidental en armas, munición y dinero está menguando y parece que lo hará aún más. Incluso si prosperara el paquete de 60.000 millones de dólares para Ucrania atascado en el Congreso de Estados Unidos, es evidente que la próxima administración, sea demócrata o trumpista, cerrará el grifo y le pasará el muerto a la Unión Europea, mientras ellos se concentran en Israel, Irán y China. De esa forma, si la guerra termina en desastre para Ucrania, Washington (con los países del Este de Europa haciendo coro) podrá echarle la culpa a Alemania por ayudar de forma insuficiente a Kíev. En cualquier caso, el futuro de Ucrania se decidirá en Washington y Moscú. Y desde luego, no en Berlín o Bruselas.En el invierno de 2022, la invasión rusa fortaleció la consolidación nacional ucraniana vinculada a la victoria contra el invasor. Ahora esa victoria es mucho más incierta, lo que se está reflejando en la moral. Las encuestas disponibles sugieren que el deseo de victoria sigue siendo alto, pero que cada vez hay menos disposición a morir por ella, como dejan patente las dificultades de reclutamiento. Es natural que así sea, teniendo en cuenta que ha habido una carnicería espantosa, con centenares de miles de muertos, heridos y amputados (también del lado ruso, pero la diferencia poblacional actúa a favor de Moscú), la escasez de conscriptos, la perspectiva de más derrotas en el frente y la disminución de la ayuda occidental.La tendencia hacia la derrota contribuye, lógicamente, a acentuar las divisiones y los ajustes de cuentas en Kíev. El sobrado exconsejero de Zelensky, Aleksei Arestovich, cuyas críticas eran cada vez más frontales, ha fijado su residencia en Suiza. El cese del general Zaluzhny, seguramente el personaje más popular en Ucrania, ha erosionado el prestigio de Zelensky. A las veinticuatro horas de conocerse, el apoyo al presidente había caído un 5%. Según una encuesta de esta semana, citada por el sociólogo Volodimir Ishchenko, el 43% de los ucranianos (en la zona bajo control del gobierno) no quieren que Zelensky se presente para un segundo mandato.El prestigio de Zelensky se sostiene sobre su objetivo de “victoria total”, es decir, la expulsión del invasor ruso de todo el territorio ocupado y anexionado a la Federación Rusa, Crimea incluida. Al parecer también la Unión Europea, por lo menos de boquilla, apoya tal objetivo (en Estados Unidos, mucho menos), cuya imposibilidad se hace cada vez más evidente. En esa situación, negociar una paz con concesiones territoriales a Rusia y neutralidad para Ucrania parece la única manera de acabar con esta matanza. En su guerra de invierno contra la URSS, Finlandia perdió el 11% de su territorio nacional, gracias a lo cual se alejó la frontera de Leningrado y pudo mantenerse la dramática defensa de la ciudad tras la invasión alemana de 1941. Después de la guerra, Finlandia convivió con la URSS con un estatuto neutral que no le fue nada mal. El problema es que hoy nadie se atreve a decir en Kíev (ni desde luego entre los expertos de la lamentable Unión Europea) que un arreglo con Rusia que mantenga el 80% del territorio nacional ucraniano, con garantías de seguridad y compromiso de neutralidad, podría considerarse perfectamente una victoria para Ucrania. La tesis de los políticos europeos y sus expertos es el mantra de que “si Putin gana en Ucrania, luego se meterá con el Báltico, Polonia, o Moldavia”, pese a que la propia campaña ucraniana y las dificultades que Rusia ha encontrado en ella son el mejor desmentido. Tal como están las cosas, admitir un arreglo como el mencionado supondría el fin de Zelensky y, quizás, la entrada en escena de algún militar realista de prestigio. El ambiente de tensión y rivalidad entre Zelensky y Zaluzhny podría estar relacionado con eso. En cualquier caso, cuanto más tarde Kíev en reconocer la posibilidad de un acuerdo de ese tipo con cesión de territorios, peor será su posición negociadora y la de sus padrinos occidentales. Durante años, no pocos expertos y políticos ucranianos del área etnonacionalista afirmaron que Ucrania solo podría ser un “país de verdad” el día que los rusofilos del este y del sur se fueran del país. La anexión rusa, y la terrible matanza desencadenada, hacen posible ahora ese escenario. Un pronóstico del año pasado que me sigue pareciendo válido es el de que “Ucrania pierde la guerra, pero Rusia no la gana”, porque es muy posible que la anexión de los nuevos territorios a la Federación Rusa no sea estable. Lo que quede de Ucrania se encargará de organizar la inestabilidad en esos territorios ocupados con la ayuda de la OTAN, obligando a establecer en ellos administraciones policiales y “antiterroristas” rusas con la panoplia habitual de violencia, atentados, tortura y desaparecidos. Depende del cómo, se creará un gran terreno para desarrollar los atentados, ataques y asesinatos personales de los servicios secretos ucranianos con ayuda occidental, en especial británica, contra personalidades rusas y “colaboracionistas” (periodistas como Daria Dúguina y Vladlen Tatarski, y diputados como Ilia Kiva, entre muchos otros), tanto en esos nuevos territorios incorporados como en el conjunto de Rusia. Todo eso podría endurecer sobremanera el clima político interno en el país y convertir una situación más o menos congelada en un cáncer para Rusia.https://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45663/Rafael-Poch-guerra-ucrania-Kiev-Rusia-EEUU-UE-matanza.htm?utm_campaign=twitter
Borrell, hoy: “Putin y Trump aún no han ganado, pero pueden ganar.”"Putin [...] cuenta con apoyo militar de Irán y Corea del Norte, con el apoyo económico de China."Mientras tanto, el mundo real:
El muy lamentable incendio en Valencia abre una brecha en la confianza ciega de la MN en el ladrillo.https://elpais.com/economia/negocios/2024-02-23/el-sinsentido-del-ladrillo-pisos-que-no-valen-lo-que-cuestan.htmlCitarEl gran sinsentido del ladrillo: por qué muchos pisos no valen lo que cuestanMuchas casas de segunda mano se venden a precios injustificados si se tienen en cuenta las numerosas deficiencias que acumulanQue la vivienda es demasiado cara es un sentimiento extendido entre los españoles, sobre todo en las grandes ciudades. Pero hay algo peor y es pagar por un producto que quizá no vale lo que cuesta.El 81% de las viviendas que se venden en España son de segunda mano. Muchas de ellas fueron construidas en el siglo pasado, en una época en la que no se aplicaban las mínimas exigencias de eficiencia energética o salubridad. Son pisos sin cámara de aire en la fachada ni ningún tipo de aislamiento, por lo que son coladeros de energía, no generan sensación de comodidad y las paredes están heladas en invierno y abrasan en verano. A través de esas delgadas y endebles paredes uno puede escuchar cada conversación del vecino.Son edificaciones de mala calidad, en las que salen humedades e, incluso, algunas presentan amianto —un material cancerígeno— en cubiertas, bajantes, canalones y medianeras. “El uso de materiales como el amianto se empleó de forma generalizada durante muchos años”, dice Marta Vall-llossera Ferran, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). No fue hasta 2022 cuando se prohibió su uso.No hablamos de casas con poco mantenimiento y de aspecto feo y descuidado, a las que le falta una mano de pintura, cambiar la vieja cocina o sustituir los azulejos demodés. No es lo que se ve, sino lo que no se ve. “Estamos pagando muy caros productos de mala calidad por la escasez de viviendas en el mercado, buena parte de ellas edificadas en el bum, donde se permitió una construcción deficiente, o en años anteriores en los que la normativa de eficiencia energética y salubridad era muy laxa”, opina Pere Linares, consejero delegado de House Habitat y experto en construcción biopasiva. E insiste: “Lo que realmente es caro, no solo en términos económicos, sino también de bienestar y medioambientales, es vivir en casas que despilfarran energía y no proporcionan un nivel de confort adecuado”.¿Por qué pagamos tan caros pisos de mala calidad? ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de fijar el precio de una casa? Lo que manda es la ubicación, seguida de la superficie. “Hay un factor que no depende de la calidad de la construcción y es el mayor elemento del coste de cualquier vivienda: la localización, y, por tanto, el valor del suelo donde está construida”, comenta José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra. César Escobar, tasador de Tinsa, coincide en que la ubicación es lo que inclina la balanza. “En ciertos barrios el precio por metro cuadrado no baja de 6.000 euros, sea como sea la construcción”, ejemplifica.Esto es así porque es lo que el mercado está dispuesto a pagar. “En economía, si alguien paga un determinado precio por un bien es porque para esa persona el valor (objetivo o subjetivo) es superior al precio. De otra manera no lo compraría”, añade García Montalvo, que recuerda la frase del escritor Francisco de Quevedo: “Solo un necio confunde valor con precio”.Paloma Arnaiz, secretaria general de la Asociación Española de Análisis de Valor (AEV), explica que a la hora de realizar una tasación se tienen en cuenta “todas aquellas características y variables de la vivienda que el propio mercado local tiene en cuenta, es decir, las que la demanda de esa zona busca y por las que paga”. Pone un ejemplo: “Tener aire acondicionado en Alicante es un parámetro que influye mucho en el valor, mientras que tenerlo en Galicia probablemente apenas tenga impacto”.Así, pues, el comprador no da la misma importancia a la localización —por la que sí está dispuesto a pagar más— que a cuestiones como la calidad del aire, el aislamiento, el ahorro energético, la orientación —tiene una relación directa con el confort ambiental y luminoso— o si hay niveles altos de CO2, de cuerpos orgánicos volátiles o formaldehídos. “Lo primero que uno decide y pone como condición para buscar casa es dónde quiere vivir, y, después, empieza a discriminar las características de las casas que se ofertan en esas áreas. Normalmente no aceptas vivir en cualquier sitio solo por el hecho de que allí puedes conseguir una casa de mayor calidad”, detalla Arnaiz.Esto no significa que a la hora de fijar el precio de una vivienda se obvie por completo la calidad constructiva. “Se tiene en cuenta, pero no es un factor determinante”, dice Escobar. “Cuanto mejores sean los materiales y aparatos instalados y más correcta sea su ejecución, más alto será el valor del inmueble”, explica Arnaiz. Aunque, retoma la idea del emplazamiento como factor clave: “Esta característica se valorará en la medida en que el propio mercado la valore porque, en ocasiones, la demanda puede preferir una vivienda más antigua situada en un barrio muy consolidado que una nueva en una zona menos atractiva”.Todas esas viviendas con calidad cuestionable que se venden a precios de metal precioso —aunque el precio sea inferior al de una casa de mejor calidad, el sentir ciudadano es que siguen siendo demasiado caras— responden a una etapa en la que no existía normativa o esta era poco ambiciosa. La presidenta del CSCAE explica que la exigencia de la cámara de aire se introdujo por primera vez en 1969. Por tanto, todas las viviendas anteriores a esa fecha carecen de las condiciones mínimas de salubridad y aislamiento. La primera normativa de mínimos sobre eficiencia energética no llega hasta 1979 con la norma básica de la edificación NBE-CT. Con este documento se han construido todos los edificios e instalaciones térmicas en nuestro país durante décadas, hasta la publicación del Código Técnico de la Edificación en 2006.Edificios antiguos“El 50,8% de las más de 16 millones de viviendas principales españolas fueron construidas antes de 1980, cuando no había entrado en vigor el Código Técnico de la Edificación, que obliga a cumplir con unos mínimos de eficiencia energética y de aislamiento térmico en las fachadas, y que se ha ido modificando con el paso de los años”, indica Álvaro Vega, director regional de PlanRadar en España.España tiene uno de los parques de viviendas más envejecidos de Europa. “Es una de las asignaturas pendientes, tenemos poca cultura de mantenimiento, a diferencia de Austria, Alemania y Francia”, comenta Marta Vall-llossera Ferran. Y añade: “La tasa de rehabilitación del parque español es del 0,08% al año cuando debería estar en el 3,4% anual”.Ahora bien, algo tiene que cambiar, y rápido. La normativa europea exige a los propietarios de vivienda mejorar la calificación energética de sus inmuebles antes de 2033, con el objetivo de reducir su huella de carbono. “Este hecho exigirá a las comunidades de propietarios renovar sus edificios, ya que, como sucede en otros países como Francia, en el futuro una buena calificación energética va a ser un requisito indispensable para poder alquilar o vender una vivienda a un precio mayor”, indica Eduard Mendiluce, consejero delegado de EFFIC, compañía ESG de Blackstone para la rehabilitación. Mendiluce insiste en la oportunidad que suponen las próximas convocatorias de los Fondos Next Generation que subvencionan hasta el 80% de la obra.
El gran sinsentido del ladrillo: por qué muchos pisos no valen lo que cuestanMuchas casas de segunda mano se venden a precios injustificados si se tienen en cuenta las numerosas deficiencias que acumulanQue la vivienda es demasiado cara es un sentimiento extendido entre los españoles, sobre todo en las grandes ciudades. Pero hay algo peor y es pagar por un producto que quizá no vale lo que cuesta.El 81% de las viviendas que se venden en España son de segunda mano. Muchas de ellas fueron construidas en el siglo pasado, en una época en la que no se aplicaban las mínimas exigencias de eficiencia energética o salubridad. Son pisos sin cámara de aire en la fachada ni ningún tipo de aislamiento, por lo que son coladeros de energía, no generan sensación de comodidad y las paredes están heladas en invierno y abrasan en verano. A través de esas delgadas y endebles paredes uno puede escuchar cada conversación del vecino.Son edificaciones de mala calidad, en las que salen humedades e, incluso, algunas presentan amianto —un material cancerígeno— en cubiertas, bajantes, canalones y medianeras. “El uso de materiales como el amianto se empleó de forma generalizada durante muchos años”, dice Marta Vall-llossera Ferran, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). No fue hasta 2022 cuando se prohibió su uso.No hablamos de casas con poco mantenimiento y de aspecto feo y descuidado, a las que le falta una mano de pintura, cambiar la vieja cocina o sustituir los azulejos demodés. No es lo que se ve, sino lo que no se ve. “Estamos pagando muy caros productos de mala calidad por la escasez de viviendas en el mercado, buena parte de ellas edificadas en el bum, donde se permitió una construcción deficiente, o en años anteriores en los que la normativa de eficiencia energética y salubridad era muy laxa”, opina Pere Linares, consejero delegado de House Habitat y experto en construcción biopasiva. E insiste: “Lo que realmente es caro, no solo en términos económicos, sino también de bienestar y medioambientales, es vivir en casas que despilfarran energía y no proporcionan un nivel de confort adecuado”.¿Por qué pagamos tan caros pisos de mala calidad? ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de fijar el precio de una casa? Lo que manda es la ubicación, seguida de la superficie. “Hay un factor que no depende de la calidad de la construcción y es el mayor elemento del coste de cualquier vivienda: la localización, y, por tanto, el valor del suelo donde está construida”, comenta José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra. César Escobar, tasador de Tinsa, coincide en que la ubicación es lo que inclina la balanza. “En ciertos barrios el precio por metro cuadrado no baja de 6.000 euros, sea como sea la construcción”, ejemplifica.Esto es así porque es lo que el mercado está dispuesto a pagar. “En economía, si alguien paga un determinado precio por un bien es porque para esa persona el valor (objetivo o subjetivo) es superior al precio. De otra manera no lo compraría”, añade García Montalvo, que recuerda la frase del escritor Francisco de Quevedo: “Solo un necio confunde valor con precio”.Paloma Arnaiz, secretaria general de la Asociación Española de Análisis de Valor (AEV), explica que a la hora de realizar una tasación se tienen en cuenta “todas aquellas características y variables de la vivienda que el propio mercado local tiene en cuenta, es decir, las que la demanda de esa zona busca y por las que paga”. Pone un ejemplo: “Tener aire acondicionado en Alicante es un parámetro que influye mucho en el valor, mientras que tenerlo en Galicia probablemente apenas tenga impacto”.Así, pues, el comprador no da la misma importancia a la localización —por la que sí está dispuesto a pagar más— que a cuestiones como la calidad del aire, el aislamiento, el ahorro energético, la orientación —tiene una relación directa con el confort ambiental y luminoso— o si hay niveles altos de CO2, de cuerpos orgánicos volátiles o formaldehídos. “Lo primero que uno decide y pone como condición para buscar casa es dónde quiere vivir, y, después, empieza a discriminar las características de las casas que se ofertan en esas áreas. Normalmente no aceptas vivir en cualquier sitio solo por el hecho de que allí puedes conseguir una casa de mayor calidad”, detalla Arnaiz.Esto no significa que a la hora de fijar el precio de una vivienda se obvie por completo la calidad constructiva. “Se tiene en cuenta, pero no es un factor determinante”, dice Escobar. “Cuanto mejores sean los materiales y aparatos instalados y más correcta sea su ejecución, más alto será el valor del inmueble”, explica Arnaiz. Aunque, retoma la idea del emplazamiento como factor clave: “Esta característica se valorará en la medida en que el propio mercado la valore porque, en ocasiones, la demanda puede preferir una vivienda más antigua situada en un barrio muy consolidado que una nueva en una zona menos atractiva”.Todas esas viviendas con calidad cuestionable que se venden a precios de metal precioso —aunque el precio sea inferior al de una casa de mejor calidad, el sentir ciudadano es que siguen siendo demasiado caras— responden a una etapa en la que no existía normativa o esta era poco ambiciosa. La presidenta del CSCAE explica que la exigencia de la cámara de aire se introdujo por primera vez en 1969. Por tanto, todas las viviendas anteriores a esa fecha carecen de las condiciones mínimas de salubridad y aislamiento. La primera normativa de mínimos sobre eficiencia energética no llega hasta 1979 con la norma básica de la edificación NBE-CT. Con este documento se han construido todos los edificios e instalaciones térmicas en nuestro país durante décadas, hasta la publicación del Código Técnico de la Edificación en 2006.Edificios antiguos“El 50,8% de las más de 16 millones de viviendas principales españolas fueron construidas antes de 1980, cuando no había entrado en vigor el Código Técnico de la Edificación, que obliga a cumplir con unos mínimos de eficiencia energética y de aislamiento térmico en las fachadas, y que se ha ido modificando con el paso de los años”, indica Álvaro Vega, director regional de PlanRadar en España.España tiene uno de los parques de viviendas más envejecidos de Europa. “Es una de las asignaturas pendientes, tenemos poca cultura de mantenimiento, a diferencia de Austria, Alemania y Francia”, comenta Marta Vall-llossera Ferran. Y añade: “La tasa de rehabilitación del parque español es del 0,08% al año cuando debería estar en el 3,4% anual”.Ahora bien, algo tiene que cambiar, y rápido. La normativa europea exige a los propietarios de vivienda mejorar la calificación energética de sus inmuebles antes de 2033, con el objetivo de reducir su huella de carbono. “Este hecho exigirá a las comunidades de propietarios renovar sus edificios, ya que, como sucede en otros países como Francia, en el futuro una buena calificación energética va a ser un requisito indispensable para poder alquilar o vender una vivienda a un precio mayor”, indica Eduard Mendiluce, consejero delegado de EFFIC, compañía ESG de Blackstone para la rehabilitación. Mendiluce insiste en la oportunidad que suponen las próximas convocatorias de los Fondos Next Generation que subvencionan hasta el 80% de la obra.