LA VIVIENDA ES UN COSTE LABORAL.—
En el tardopopularcapitalismo, se ha consumado la
traición del propietariado al Capital: la vivienda proletaria se ha metamorfoseado kafkianamente en 'himbersión'.
La confusión entre
capitalistitas y capitalistas es el pozo séptico en el que han caído Occidente y la UE. Ya saben a favor de quién se resuelve, ¿no?
N. B.: Occidente es lo que hay desde la línea Tordesillas-1494 hacia el oeste, hasta Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia —ni Taiwan ni Filipinas—; Brics y Europa son Oriente, excepto Reino Unido.
N. B. 2: En cuanto cunda el no-'prevail' de 'Lucrania', la OTAN mutará a OTO y en la UE se planteará el «o Mao o Ma_oma», aunque la suerte del Magreb y Turquía está echada desde el momento en el que Egipto es Brics, por lo que nuestro dilema, más bien, es «o Mao o meao».
La sobrevaloración de la vivienda, 'siempre y en todo lugar', es un fenómeno anticapitalista, por tanto, gozosa para el enemigo geopolítico.
A los popularcapitalistas se les ocurre que la solución es:
• el '
coliving-casa cuartel'.
Pero descontando su coste del salario, claro está; porque, si no, pagas dos veces.
Esta 'solución' es inviable. No ya desde el punto de vista económico, sino por ingeniería social. ¿Qué haríamos
cuando el trabajador no trabaja, bien porque no puede, bien porque no quieres tú o es viejo o poeta?
Entonces, los popularcapitalistas dicen que «la» solución se completa, respectivamente, con:
• el '
coliving-parking', la «corta duración»; y
• el '
coliving-sénior', es decir, la combinación del asilo con la eutanasia.
Pero, con las dos adendas, aparte de que también habría que descontarlas de los salarios, «la» solución desnaturalizaría el popularcapitalismo. Estaríamos en las 00:00 de Cenicienta: el propietariado volvería a proletariado.
En suma, el popularcapitalismo propone una estupidez: que solo tengan algo los miembros de una minoría privilegiada pero infeliz porque no sería capitalista, sino capitalistita. Y la mayoría no tendría nada, pero sería feliz, eso sí, estabulada en los
tres niveles de 'coliving': cuartel, parking y camposanto.
Es una propuesta coherente con la envidia consustancial al popularcapitalismo. Pero la envidia es un pecado menos común de lo que creen los capitalistitas, todo el día regodeados con el sufrimiento ajeno.
El «no tendrás nada pero serás feliz» comparte esencia con el «los ricos también lloran».
Ni que decir tiene que esta mezquindad solo es la propuesta del sector privado 'popcap', que cree ser capitalista sin serlo, que parte de la restricción metafísica de que la sobrevaloración de la vivienda es una ley natural, que cree que la escasez es riqueza y que se ha traído al presente un futuro imposible que ha descontado cándidamente. Frente a este delirio, la propuesta pública, conservadora del Capital, afinada con el ortograma capitalista, solo puede ser
que el Estado provea la vivienda que el sector privado se niega a proveer.
El problema es que, a estas alturas, el proceso ya no puede ser tan progresivo como pudo serlo a partir de 2018, cuando el sistema capitalista culminó con éxito el grueso de la Operación Desagüe.
Entiendo que H. De Cos y Borrell estén tan contentos porque se van, así como que Biden sobreactúe tanto su incapacidad y que Trump, apeado de la vanidad como expresidente que es, se ponga de muñeco del pim-pam-pum —la deuda es superansiogénica—. Yo lo único que sé es que
este nivel de precios inmobiliarios es incompatible con el sistema capitalista, y que el sistema capitalista es brutal.
Todo va a madurar mucho, incluso antes de las elecciones norteamericanas del 5 de noviembre. Pero la apariencia va a ser que no, pero apariencia-de-que-no como nunca. Estas semanas van a proliferar titulares para pobres diablos del tipo «la era de la baja inflación se ha evaporado» y «la inflación, ¡aleluya!, llega a los salarios». Además, es de esperar en EEUU una bajadita de tipos de interés de intervención 'yanosestamosrecuperandista', como hemos hecho los europeos antes de nuestras elecciones —hay, pues, un dinerito a ganar con el EUR/USD—.
Finalmente, no olvidemos que hay que odiar el pecado, pero compadecer al pecador.