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Zapatero promete que no hará falta más dinero público para la banca española. Probablemente sea así en esta ronda: Merkel y Sarkozy han hecho un traje a la medida de sus bancos para que salgan más guapos en la foto del impago griego. Pero el verdadero agujero al que temer en España no está en la deuda pública, sino en la burbuja inmobiliaria. Entre todos los bancos españoles suman 800 millones de euros en bonos griegos. El ladrillazo que pende sobre la cabeza del sector financiero español mide 330.000 millones. Por comparar: toda la deuda pública griega es de 340.000 millones.Cuando haya que tapar ese inmenso agujero, ¿qué nos dirá el gobernador del Banco de España? ¿Pedirá Fernández Ordóñez otra reforma laboral o un nuevo recorte de las pensiones? ¿Propondrá que Benzemá sea titular en el Madrid o por fin hablará de lo suyo? La mayor contradicción de esta crisis está en esas recetas atendidas. Mientras el principal problema estaba en el ladrillo, en la banca y en el parón del crédito, las reformas más urgentes (fallidas, además) han sido para los trabajadores más precarios, para los funcionarios y para los pensionistas.¿Cómo es posible, además, que ese mismo sector financiero enfermo, rescatado con dinero público, no haya dejado de repartir beneficios? Novacaixagalicia declaró haber ganado 146 millones en 2010. La Caja del Mediterráneo se apuntó en el último ejercicio 244 millones de beneficios. Unos meses después, ambas cajas fueron intervenidas. ¿Asumirán alguna responsabilidad los políticos que nombraron a los consejeros que firmaron esos balances amañados? ¿Lo hará el supervisor que dio su visto bueno desde el Banco de España?
Una conjura similar a la de Eurovisión -que si no ganamos desde Salomé es porque franceses y alemanes siempre nos tuvieron tirria- se cierne sobre la banca española, a la que, según todas las crónicas, la UE ha maltratado con sus exigencias de nuevo capital. La resultante de esta auténtica conspiración es que de los 106.000 millones de euros que se estima que necesitarían las mayores entidades de Europa, la cuarta parte correspondería a las españolas, de lo que se deduce que están algo mejor que las griegas. Bravo por ellas.Aquí sabemos que esto es una injusticia de tomo y lomo porque tenemos datos reiterados de que nuestros sistema financiero es el más solvente del mundo, gracias a lo precavidos que han sido nuestros banqueros y a ese ángel de la guarda que es el Banco de España, siempre ojo avizor aunque nos parezca que Fernández Ordóñez se distrae mucho con la lira el cielo de los supervisores. Nuestros bancos son más altos, más guapos y más rubios que los del resto de Europa, y si no dan créditos ni en defensa propia es porque son tan sólidos que resultaría una contradicción in terminis que además fueran líquidos. El peligro de que finalmente resultaran gaseosos es que ni se plantea.No deberíamos dejarnos engañar por el hecho de que hayamos tenido que montar un Fondo para salir al rescate de las cajas en el que llevamos apoquinados casi 18.000 millones, o de que sigamos sin saber muy bien cómo va a digerir el sistema financiero los cerca de 400.000 millones de euros de exposición al ladrillo que tienen en sus balances, y que siguen contabilizados a precios de burbuja por si en algún momento los pisos vuelven a subir. La prueba de que hay una mano negra actuando contra ellos en el corazón de Europa es que este riesgo no se medía, sino sólo el de la deuda pública periférica.Para demostrar que somos más chulos que un ocho, nuestros mastodontes financieros han adelantado que no necesitan pedir dinero a nadie y que podría bastarles con una reordenación de sus balances, lo que demuestra que éste es un país en el que ingeniería está muy desarrollada, sobre todo la contable.
Lo verdaderamente triste es que la gran mayoría de habitantes de este nuestro país, no se enterará de nada hasta que alguien se tome la molestia de opinar y pensar por ellos en la tertulia del bar. O peor aun, cuando lo digan por la TV.